jueves, junio 12, 2008

Viaje hacia el fin del Tiempo:El Destino [Flashforward].


Epílogo.

Acotaciones Finales,
Nota del Editor,
Fe de Erratas.

Fade Out.
Pantalla fundida en negro,
Créditos al cierre.

He aquí: el momento de la conversión.
La reinvención,
La redención.

Ante mí: La vorágine del Destino.

En este preciso instante, no estoy seguro si los finales realmente llegan a suceder, o si sólo son una prolongación incesante de tiempos previamente vividos (por poco olvidados). En lo personal (queda clarísimo), me obsesiona el desenlace de los relatos:

Porque todo relato aspira a terminar, alguna vez, de uno u otro modo.

Si el final es bueno o malo, eso no me corresponde juzgarlo.

Todo cuanto he plasmado durante estos cuatro años en esta versión digital del Breviario (como en tantos otros cuadernos de apuntes), es un testimonio y un tributo. Es un homenaje a las vivencias de personas reales como Biógrafa Chú, R. el Alquimista, Super-actriz K, Dañado Post-Grunger, el Admirador de Wilde o La Mujer sin Sonrisa, así como a personajes ficticios como Ibardhim, Gheesh, Abadón o Eschel, que han vivido conmigo.

Y al mismo tiempo, es una fábula y una parábola.

Más aún: es una leyenda, y una profecía.

Eso mismo: es una profecía, críptica y enigmática como aquella que descubrí junto a la Samaritana en un lienzo, hace más de trece años, cuando la rueca del Destino giró hacia un punto indeterminado del Universo, donde brillaban dos estrellas.

Y como toda profecía, narra los acontecimientos que pertenecen al Futuro. A ese Futuro que habrá de comenzar (si es que ha de comenzar) en unas horas más.

No voy a despedirme.


Las despedidas son en buena medida, eventos de desazón.


Pero debe quedar claro que ya no hay mucho qué escribir, por ahora.

He llegado al punto en que tengo que nutrirme de otra realidad, para desarrollar un nuevo relato: el mío.

Y sólo cuento con un par de ideas al respecto:

1. Cruzaré el Trópico de Cáncer, hacia el Norte, "donde moran las ilusiones".
2. Presenciaré la Aurora Boreal, acompañado de un Gran Espíritu.

Eso es todo, no hay nada más que narrar.

Regresaré al Breviario cuando deba de hacerlo.

Mientras tanto, como guía de viaje, dejo unas cuantas palabras.

No son mías, sino del autor que me alimentó de emociones por vez primera en esta vida: Michael Ende.


El Peregrino

Por el desierto del mundo
camina cantando, solo.
Honda tristeza le invade
en la inmensidad de piedra.
Senda sin senda le guía,
pero pronto será oscura,
cuando envuelto en lejanías,
en lejanías se adentre.

Negra la celeste cúpula,
tinieblas en él penetran,
noche sin brillo de estrellas.

Sólo su propia vislumbre
le guía en campos rocosos,
ardiente de anhelo y puro.

Nada le retiene en torno,
todo habrá de liberarle:
Pues quien cae en la nostalgia,
el vino busca y el pan
tras los confines del mundo.

Cantando camina solo.

Sólo el sonar de una flauta
siente su ausencia en lo oscuro,
triste, insensato y hermoso,
hasta quebrarse...

No puedo ocultar un hecho: estoy emocionado, como pocas veces lo he estado.

Quizás estas palabras son bastante pobres para expresar la enorme emoción que experimento. Pero es que a fin de cuentas, las palabras resultan limitadas ante las emociones. Y los relatos, parcos ante la vida.

Hoy por fin, me apresto a encarar el Destino.

Ese destino que tarde o temprano termina por revelarse de manera inesperada. Como La última noche del mundo, de la que escribía Ray Bradbury, o como El último día del otoño, del que he escrito previamente.

He aquí pues, el Destino.
Así será.
No me voy a despedir, simplemente daré una vuelta de página (una vez más).

Por último, (en esta ocasión), dejo la mejor de todas las canciones.
La primera, la única, la última.

There's no time for us
There's no place for us
What is this thing that builds our dreams
yet slips away
From us

Who wants to live forever
Who wants to live forever....?
There's no chance for us
It's all decided for us
This world has only one sweet moment
set aside for us
Who wants to live forever
Who wants to live forever?
Who dares to love forever?
When love must die
But touch my tears with your lips
Touch my world with your fingertips
And we can have forever
And we can love forever

Forever is our today

Who wants to live forever
Who wants to live forever?
Forever is our today

Who waits forever anyway?
Queen, Who wants to live forever.

viernes, mayo 30, 2008

Viaje hacia el fin del Tiempo:Ex Libris [flashback].

Escena 5.

[Flashback]

Ibardhim en la cabaña contigua a la carretera.
(Interior. Tarde sumamente brumosa, como cualquier otra.)

Una horda de vehículos avanzan por la carretera, en ambos sentidos. El tráfico es incesante. La velocidad es un factor preciado en nuestros días: todo sucede y termina muy a prisa. Un carril de ida, y otro de vuelta, se convierten convenientemente en una parábola de la existencia.

El destino es un sitio incierto al que todos aspiramos llegar,
y sin percatarnos, día tras día,
constituye nuestro punto de partida.

En medio, entre ambos carriles, se desplaza una línea blanca interminable, que más que dividir, termina uniendo.

Una pequeña cabaña de madera se levanta a unos cuantos metros de la carretera. Está rodeada de álamos y pinos, que apenas y logran ocultarla.

Es un refugio del mundo,
el hogar de un ermitaño,
un santuario del espíritu.

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(Ibardhim, soliloquio).

Rodeado de libros,
Rodeado de páginas,
Rodeado de historias.

Mi breve paso por este mundo podría resumirse en uno o dos párrafos, cuando mucho. Y mi legado, se simbolizaría con un ex libris. Con uno de esos sellos o ilustraciones que se colocan en las solapas o en el lomo de los libros, entre otras razones, para dar a conocer a los lectores postreros, de identidades desconocidas, la previa potestad de las líneas en las que pasan la mirada (o el tacto).

Mi ex libris es el viento del Norte, que clama por viajar a contracorriente y atravesar el Trópico de Cáncer, donde habitan las ilusiones.

Porque durante eones de sueños se ha dicho
que el Final de los Tiempos aguarda ahí.

Observo de reojo los autos que van y vienen en la carretera, y entonces pienso en los días y las noches de mi Tiempo; ahora comprendo a la vida como una sucesión interminable de reencuentros y despedidas, de nacimientos y funerales, de aniversarios que se confunden en el calendario y se olvidan con premura.

Recuerdo los años Ochenta del siglo XX. Los días que me gustaba ir a la playa, cuando el sol no quemaba tanto como ahora. Inclusive, recuerdo el sabor de los helados de vainilla de Danesa 33, y el sabor de los cocteles de camarón en el puerto, frente al faro blanco de la Isla de Sacrificios. Recuerdo sentir el viento en mi frente y reír, por el simple hecho de sentirlo, mientras viajaba en la batea de una camioneta; recuerdo las canciones de la radio en sonido estéreo, a mi hermano mayor sintonizando La Pantera, y escuchar Don't stop believin' de Journey, Take on me de a-ha y una veintena más de clásicos alojados en la memoria colectiva.

Y luego, pienso en el paso del Tiempo, que nos hace fuertes e insensibles al mismo tiempo, y nos sumerge en un profundo trance de emociones: las de la líbido, las del instinto.

Añoro los días que ahora vuelven, poco antes del fin del Tiempo. Pasan frente a mí fugazmente, como los autos que vienen y se alejan por la carretera, sin mirar atrás por el retrovisor.

También pienso en los días de la Libertad Suprema: los de los años Noventa, que me otorgaron las canciones más intensas, las más sinceras y anecdóticas. Aquellos tracks que me hicieron fascinarme por las voces (y por sus cuerpos), y por las melodías del mundo, cuando yo también era la voz, y era el espíritu.

Ahora toda esa retahíla de días, con sus recuerdos y pensamientos, aceleran por la carretera, hasta perderse en la lejanía.

Y con los autos, las páginas de los libros y sus ex libris habrán de volar con el viento del Norte hasta perderse en las Tierras Ignotas, donde yace el Final del Tiempo.

"And I wished for so long...
I cannot stay
All the precious moments...
Cannot stay
It's not like wings have fallen...
I cannot say
Without you something is missing...
I cannot say

Holding hands of daughters and sons
In their phase they're falling down
Down, down, down

I have wished for so long...
How I wish for you again

Will I walk the long road?
I cannot stay
There's no need to say goodbye

Oh, the friends and family...
All the memories going round
Round, round round...

I have wished for so long...
How I wished for you today

And the wind keeps rollin'
And the sky keeps turning grey
And the sun is set
The sun will rise another day

I have wished for so long...
How I wish for you today

I have wished for so long...
How I wish for you today
Will I walk the long road?
We all walk the long road..."
Eddie Vedder, The Long Road.

jueves, mayo 22, 2008

El regreso de la gran aventura.


Quién iba a pensar...

Que diecinueve años después de acudir al cine a ver la (supuestamente) última parte de la trilogía de Indiana Jones, iba a estar sentado en una butaca, escuchando de nueva cuenta, la entrañable partitura de The Raiders March, de John Williams.

Diecinueve años después de presenciar el galope de Indy, Marcus Brody, Sallah y Henry Jones Sr. alejándose en el horizonte, tras haber hallado la gloria del Grial y la vida eterna, el arqueólogo está de regreso. Y de nueva cuenta, se vuelca en una aventura.

Es un deleite personal y un privilegio presenciar tal suceso.
-En un mundo y una época tan distintos a los de hace diecinueve años-, y valga esta acotación tanto para el personaje, como para quien escribe estas líneas.

Cada quién creció con sus héroes.
El mío está aquí, de nuevo, acaparando las pantallas cinematográficas alrededor del mundo.

Más allá del tiempo de proyección del filme, algo me queda claro:

Que ha llegado el momento de aventurarse,
y de reencontrar el significado de cada instante y de cada emoción, en cada punto de esta travesía.

lunes, mayo 12, 2008

Viaje hacia el fin del Tiempo: flashdream.

ESCENAS 6-9.

[Flashdream]

Ibardhim y Espíritu X-21
(Exterior. Tormenta Eléctrica. Momento del Ocaso.)

Ibardhim corre por la calle con dificultad, mientras se desata una tormenta y una ráfaga violenta arroja algunas ramas frente a él. Justo después de cruzar la calle, un tumulto de personas corren despavoridas en dirección a una capilla. Reina el ruido, el caos y una paranoia colectiva, que se intensifica con la caída fría e inclemente de la lluvia y con el estruendo de un rayo atroz.

Un edificio se levanta ante él, frente a la antigua plazoleta: es el Hotel Europa, que le resulta familiar.

Lo observa expectante por unos segundos y entra con premura.

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(Interior del Hotel).

Pasillos y habitaciones saqueadas, abandono total. Nada. Un lobby vacío abre paso a unas escaleras de estilo modernista, también vacías. Ibardhim se limpia la frente empapada y accede al siguiente piso.

Sólo hay una habitación ocupada, no hay duda. Y no podría ser otra que aquella marcada con el número que Ibardhim reconoce perfectamente, un número que lo vincula con el Momento del Fin, y con su vida propia.

Empuja la puerta entreabierta y entra, sin más.

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Tras la puerta se revela el espíritu X-21.
Salvo por el corte de cabello, no ha cambiado en nada. Luce tal como era hace varios años, y justo como debería lucir tras el paso inevitable del Tiempo.


X-21 mira tajante a Ibardhim y declara con firmeza:

—No.
—No he vuelto ni me he ido. Tampoco estoy. No soy yo en realidad.
Esto es sólo un sueño. Tu sueño.

Ibardhim ignora lo que X-21 ha dicho y lo abraza, sujetándolo con fuerza.

Se emociona a tal punto que derrama un par de lágrimas.

Permanece así unos quince segundos, y después comienza a proferir un soliloquio. No articula palabra alguna verbalmente, pero aún así, es capaz de expresarse.

Ibardhim:

—"Yo sabía que iba a encontrarte aquí. Lo sabía.
Nadie necesitó decirme qué hacer para encontrarte.

Sigues oliendo bastante bien.

Y ahora, -justo ahora-, me provoca una tristeza infinita el hecho de olerte, de acercar mi nariz a tu cuello. Resulta curioso pensar en todo lo que viene a mi mente en este momento: me acuerdo cuánto me emocionaba verte llegar y de inmediato desabrocharte la camisa; cuánto me emocionaba despertar a tu lado y besar tu barba... ¿Te acuerdas?

Era como si al hacerlo fuese un niño de cuatro años que despertaba temprano la mañana del Día de Reyes... Era sentir esa clase de emoción genuina que luego de tí se esfumó.

Y luego, pasar el fin de semana volcado en tí. ¡Era algo tan auténtico y natural!

Será porque nunca vi con ningún matiz lo nuestro. Para mí sólo se trataba de tener alguien a quién querer, y demostrártelo.

Fue algo bastante intenso, tanto que si hubiese existido -antes o después- algo similar con alguien más, lo habría olvidado por completo.

Pero nuestro caso no fue así. Fue real.

Me gustaba comerte a besos a mitad de la calle... Y sujetar tu mano.
Sí, sujetar tu mano. Eso brindaba la sensación de compartir el mundo.
Es más, el mundo no existía, sólo existíamos tú y yo.

Qué ironía, ahora somo tu y yo quienes no existimos,
y al mundo le restan sólo un par de horas.

¿Recuerdas el olor de las calles húmedas, cuando terminaba la tempestad?

A mí siempre me gustaron las ciudades lluviosas, por eso terminé aquí.

Cuánto me gustaba descubrir contigo el arte de la seducción, y después, aplicar el arte del sexo en cualquier momento y casi en cualquier lugar.

¿Te acuerdas cómo nos observaban los extraños y la gente se burlaba?
Y a mí que no me importaba en absoluto. En el fondo, siempre supe que no lo volvería a hacer con nadie más. Nunca tuve que aclarar nada, ni reivindicar nada, ni tener orgullo de nada. Para mí sólo era cuestión de amar.

Nunca me importó si el mundo se percataba de mi realidad, si la evadía o la imprecaba.

¿Recuerdas aquella noche que desperté de súbito, y te comenté que había tenido una pesadilla muy triste, en la que te abrazaba y lloraba mucho?

Era una sensación terrible: era la ausencia.
Tan sólo de acordarme, me estremezco.

Seguro que no te acuerdas, porque siempre olvidas todo. Olvidabas la letra de las canciones y nuestras fechas importantes, así como los cumpleaños. Olvidabas mandar correos a los amigos e incluso olvidabas darle de comer al gato. Por eso tenía que dejarte recados con indicaciones por toda la casa, como si hubieses sido un niño.

Y en ese olvido, se te sumó el transcurso de los años.

No te culpo del todo, pues nos tocó vivir una época voraz: el propio remate del Tiempo. Cada uno de estos años ha sido tan significativo, saturado de acontecimientos decisivos y catástrofes impensables, que aunque los noticieros del mundo se hubieran reservado divulgar la noticia del inminente final, nosotros lo habríamos deducido.

Y nos tocaron Tiempos Triviales, también.

¿Recuerdas que programábamos la música de Annie Lennox para hacer el amor? Y nos preguntábamos cómo era posible que hubiese compuesto e interpretado una canción tan sublime, Love song for a vampire, para la banda sonora de Drácula, y que dicho tema, tan conveniente para compartir orgasmos y eyacular uno frente al otro, no hubiese ganado ningún premio importante...

Y después nos preguntábamos si tiempo después Annie obtendría justicia.

Pues bien, cierto día, años más tarde, encendí el Televisor. Y allí estaba, Annie Lennox ganando un Óscar, por Into the West.

Te eché de menos.
Ese día tú estabas tan ausente como lo estás hoy.

Pero no quiero discutir.
Sólo voy a abrazarte.

Voy a esperar el fin del mundo abrazado a tí, en esta habitación de hotel.

Y me voy a quedar dormido.

Justo ahora, cuando el planeta entero es un caos y el Tiempo se hunde en el vacío, y cuando están por suceder (o quebrantarse) los últimos sueños, y por cumplirse u olvidarse los últimos anhelos de los Seres Vivos, sólo quería que lo supieras.

Sólo te veo y me dejo llevar por el brillo de tus ojos marrones.

Cierro los ojos.
Y todo es de nuevo, soledad y melancolía."

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Tras el balcón de la recámara se asoma una densa capa de humo que disipa la lluvia.
Y desde un punto indeterminado, resuena in crescendo una melodía...

"My love,
Wherever you are,
Whatever you are,
Don't lose faith.
I know it's gonna happen someday
To you.
Please wait...
Please wait...
Ah, ha, ha,
Wait...
Don't lose faith.
You say that the day
Just never arrives
And it's never seemed so far away.
Still I know it's gonna happen someday
To you.
Please wait...
Don't lose faith."
Morrissey, I know it's gonna happen someday.

sábado, mayo 03, 2008

28.

This day comes with a dazzling light, full of sentences and revelations...
For one moment, all the melodies I've ever heard, the riffs, loops and beats r' invading my senses, leaving my mind troubled.

At this point, I see my life as a metaphore of bittersweet flashdreams,
As a synecdoche of thrilling echoes spinning in the depths of Time,
as an hyperbole of mourning passages that die into the night...

I see my Life as a Literature Class where all my old and well-known characters r' going straight to shit and a new tale is being created.

Today's my b-day, I'm 28.

I'm gonna keep in silence for all those yesterdays that have passed away. And after that, I'm gonna light a candle: for the Future, for the celebration of Life, indeed.

Something is spawing in my spirit and my mind,
It is real, brand new and beautiful...
It is awesome,
"Like the euphoria morning".

martes, abril 22, 2008

Mis Películas Básicas.

En últimas fechas me he preguntado qué tan significativa ha sido la influencia del arte fílmico para la cotidianidad, desde que se proyectó por primera vez a nivel masivo, hace más de ciento diez años. Posiblemente, en nuestros días, contrario a lo que sucedía cuando fue recién creado, el cine constituya la forma de expresión artística con mayor difusión y trascendencia a nivel mundial, así como la más determinante en otras áreas de la imaginación y la creatividad.

A partir de este supuesto, puedo afirmar algo: que mi vida, como la de cientos de personas allegadas, no puede entenderse sin recurrir a determinados personajes, parlamentos, musicalizaciones, montajes y secuencias completas de algunas cintas fílmicas. (Un rasgo que se refleja en gran cantidad de los textos que he escrito).

He aquí una lista básica de una treintena de películas, que durante los últimos 28 años han influenciado, marcado o significado una parte importante de mis vivencias.

Las lista es bastante ecléctica, como los Tiempos: incluye un buen número de dramas, un epítome del género fantástico —y tal parece, “referente obligado” para las nuevas generaciones—, una saga de aventuras filmada en los 80’s (que constituye por mérito propio un hito personal), un film pornográfico dotado con cierta dosis de creatividad visual y por supuesto, no podían faltar las cintas con estructuras narrativas complejas, aquellas que apostaron por alterar la lógica temporal de los acontecimientos e incitaron, en su momento, a repensar la trama.

1. The Hours (2002)
Dir. Stephen Daldry

Tres historias. Tres mujeres. Tres épocas distintas. La sucesión de los hechos de tres vidas, narradas a lo largo de un solo día, comenzando al amanecer y terminando por la noche. Una escritora suicida que vive más de una realidad —la propia y la de sus personajes—, y en sus desvaríos, profiere frases magníficas como “el poeta debe morir, para que los demás aprecien la vida”; veinte años después, una mujer embarazada sumida en un profundo estado depresivo, ansía escapar de su mundo; y por último, una editora, a comienzos de este siglo XXI, lidia con sus emociones y sirve de enlace al resto de las historias…

Las Horas, una elegía de los tiempos (los míos). La cinta conjuga varios elementos que ofrecen un producto cercano a la perfección: la novela de Michael Cunningham, la dirección de Stephen Daldry (el mismo de Billy Elliot), la música de Philip Glass, las actuaciones de Nicole Kidman, Julianne Moore y Meryl Streep… Ésta es, para mí, la película definitiva.

Me produce un nudo en la garganta, el simple hecho de recordarla.

Para recordar: TODA la película, de principio a fin.

2. Brokeback Mountain (2005)
Dir. Ang Lee


¿Cuántos años, o tal vez décadas, tuvieron que pasar para ver en la pantalla grande una historia creíble y sin matices ni rasgos de “orgullo” ni reivindicaciones panfletarias, del amor entre dos hombres? Ése es, en mi opinión, el gran aporte de Brokeback Mountain.

Para recordar: La escena del beso entre en Jack Twist y Ennis del Mar, cuando la esposa de este último los pilla.

3. Dancer In The Dark (2000)
Dir. Lars Von Trier


Dancer In The Dark es una película que no puede pasar desapercibida, ya sea por el modo en que está filmada (experimental en su momento, acorde al manifiesto de Dogma ’95), por el desarrollo de una historia trágica o simplemente, por lo curioso que resulta ver a Björk actuando como un personaje extraño que (al menos esta ocasión) no es ella misma.

Para recordar: La secuencia "tensa" de los disparos, entre Selma Jeskova y el policía ladrón que finge su propio asesinato.

4. Eternal Sunshine Of The Spotless Mind (2004)
Dir. Michel Gondry


Una interesante respuesta a las interrogantes que a menudo nos hacemos muchos seres humanos, sobre los recuerdos y lo que sucedería si pudiésemos “borrar” de nuestra memoria a determinadas personas o situaciones. Ésta película se ha convertido en un tema de conversación y un filme de culto entre muchos (as) conocidos míos.

Para recordar: el flashback auto-inducido por Joel Barish (Jim Carrey), donde incluye a Clementine (Kate Winslet) en varios momentos clave de su infancia y adolescencia.


5. Somewhere In Time (1980)
Dir. Jeannot Szwarc


Una extraña joya que en que en su tiempo fue denostada e infravalorada. Quizás se deba a la estructura de su historia o a la inclusión de paradojas (los viajes en el tiempo) en un film que aparentemente no pasaría de ser un “romantic movie”. Ésta es la película que más me vincula con La mujer sin Sonrisa (yo la vi junto a ella en una víspera de Año Nuevo, hace unos veinte años).

Para recordar: lo intrigante que resulta todo el inicio: una enigmática anciana llega a la graduación del dramaturgo Richard Collier (Christopher Reeve), le entrega un reloj, enuncia la frase "come back to me" (regresa a mí) y se marcha.

6. My life without me (2003)
Dir. Isabel Coixet


Una historia sencilla, que gracias a su alejamiento de posturas fatalistas ante la muerte inminente, termina adquiriendo relevancia (si no es que logra conmover en alguna medida al espectador).

Para recordar: el soliloquio de Ann (Sarah Polley) en la secuencia inicial, cuando está reflexionando, bajo la lluvia:


"This is you. Eyes closed, out in the rain.
You never thought you'd be doing something like this, you never saw yourself as, I don't know how you'd describe it...
Is like one of those people who like looking up at the moon, who spend hours gazing at the waves or the sunset or... I guess you know the kind of people I'm talking about.
Maybe you don't.
Anyway, you kind of like being like this, fighting the cold, feeling the water seep through your shirt and getting through your skin.
And the feel of the ground growing soft beneath your feet.
And the smell. And the sound of the rain hitting the leaves.
All the things they talked about in the books you haven't read.
This is you, who would have guessed it? You."

¡Ah!, y la actuación de Debbie Harry (Blondie).

7. C.R.A.Z.Y. (2005)
Dir. Jean-Marc Vallée


C.R.A.Z.Y. es una historia de familia, muy bien narrada. Es el relato de un tipo y su sexualidad, así como sus relaciones afectivas, todo enmarcado en el Quebec de los años 60-80’s, ligado muy de cerca a distintas tendencias y estilos musicales que marcaron ese período (Psychodelia, Progressive Rock, Glam, Punk…)

Para recordar: La secuencia en la que Zach está caracterizado como Ziggy Stardust (uno de los tantos alter-egos de David Bowie) mientras escucha extático “The great gig in the sky”, de Pink Floyd.

8. Hedwig And The Angry Inch (2001)
Dir. John Cameron Mitchell


Magnífica sugerencia para realizar películas con secuencias musicales a la postre. Una historia original: la vida de un transexual —Hedwig, interpretado por su creador, John Cameron Mitchell— quien decide cambiar de sexo en la represora Alemania Oriental e iniciar una nueva vida en Estados Unidos (tras lo cual, inesperadamente, cae el muro de Berlín), y después, tras formar una banda de rock, se enfrenta a una serie de situaciones vinculadas con el amor, así como a la búsqueda de su propia identidad.

Para recordar: TODOS los sketches musicales y las secuencias de animación. El soundtrack (con la música original de Stephen Task), resulta imprescindible. Hedwig and The Angry Inch es el equivalente para gente de mi generación a lo que significó The Rocky Horror Picture Show en los Setenta.

9. Donnie Darko (2001)
Dir. Richard Kelly


Ésta es una película que “incita a pensar”. Ubicada en el contexto de 1988, narra la historia de un adolescente presuntamente paranoico, quien desea convertirse en escritor y a quien un buen día se le aparece un conejo y le profetiza la fecha del fin del mundo. El filme resulta un poco complejo, pues desde su inicio plantea la paradoja entre un "Universo Primario" y un "Universo Tangente".

Para recordar: El plano-secuencia donde se muestra el contexto de Donnie, con Head over Heels, de Tears for Fears, como música. Y también la escena del agujero negro y tenebroso en el cielo, casi al final de la película.

10. The Lord Of the Rings:
The Fellowship Of The Ring (2001)
The Two Towers (2002)
The Return Of The King (2003)
Dir. Peter Jackson


Un parteaguas en el género de fantasía, el cual ha sido revisionado, y a partir de esta película, imitado una y otra vez (baste mencionar a Narnia, Stardust, Golden Compass, Spiderwick…)

Yo fui un acérrimo fan de J. R. R. Tolkien —al igual que de Michael Ende, por lo que espero que pronto algún cineasta le haga justicia a The Neverending Story—, y como tal, admito que a pesar de los “pequeños errores comprensibles” en que cae la adaptación fílmica de Peter Jackson —las omisiones de Tom Bombadil, Glorfindel, Imrahil, el asedio de la Comarca…— las películas constituyen un Opus Master, una versión magnífica y ejemplar del Legendarium Tolkiense, de principio a fin.

Para recordar: Resulta difícil sugerir una escena o secuencia determinada en esta trilogía (las tres películas, en sus versiones extendidas, suman unas nueve horas). Sin embargo, tengo algunas predilectas, como el paso por la Ciénega de los Muertos, en Las Dos Torres, o la alianza de Aragorn con el Rey de los Espectros, en El Retorno del Rey.

11. Bram Stoker’s Dracula (1992)
Dir. Francis Ford Coppola


Mal entendida y categorizada como una película de terror, cuando en verdad, se trata de una Love Story. Amor sobrenatural, sí, pero amor, a fin de cuentas. Y quizás, sea la mejor historia de amor que yo haya visto en pantalla.

Para recordar: La abjuración de Dios, por parte del Conde, en la capilla del castillo, cuando clava una espada en la cruz y brota sangre de ésta; y en la misma capilla, la redención final.


Mención aparte merece Love Song For A Vampire, de Annie Lennox, la canción que aparece en los créditos (y como he comentado anteriormente, se trata de la mejor Love Song que haya escuchado).

12. Le Violon Rouge (1998)
Dir. François Girard


Una cuidada historia donde el personaje principal es un violín, quien a través de varias épocas y diversas circunstancias, va encontrando su destino. La manera en que se desarrolla la historia, de Cremona a Oxford, Viena, Shanghai y finalmente a Montreal, es exquisita.

Para recordar: El personaje de Cesca, la criada de Niccolo Bussotti que echa el Tarot a la esposa embarazada, y con cada naipe "sella" un momento crucial del violín.


13. The Pillow Book (1996)
Dir. Peter Greenaway

La mejor película del —a veces malentendido, y otras confuso— género erótico que haya visto.


Esta cinta es “poesía visual”, en más de un sentido. Peter Greenaway toma como pretexto una antigua tradición oriental de guardar diarios bajo las almohadas para contar la historia de Nagiko (Vivian Wu), así como su desarrollo como escritora y como mujer. La yuxtaposición de imágenes de que se sirve (un elemento común en Greenaway) le otorga un atractivo adicional.

Para recordar: Ewan McGregor como Jerome, el traductor bisexual. No sólo por su interpretación, sino por lo interesante que resulta el personaje.

14. Closer (2004)
Dir. Mike Nichols


Una apología de cómo interactúan las relaciones afectivas en este siglo XXI. Además, es una buena muestra de cómo transcurre la adaptación dramatúrgica a una versión fílmica.

Para recordar: La discusión entre Anna (Julia Roberts) y Larry (Clive Owen):

Anna: We do everything that people who have sex do!
Larry: Do you enjoy sucking him off?
Anna: Yes!
Larry: You like his cock?
Anna: I love it!
Larry: You like him coming in your face?
Anna: Yes!
Larry: What does it taste like?
Anna: It tastes like you but sweeter!
Larry: That's the spirit. Thank you. Thank you for your honesty. Now fuck off and die, you fucked up slag!

15. The Others (2001)
Dir. Alejandro Amenábar


Un interesante film de lo que se ha dado en llamar “suspenso psicológico”. El twist final del desenlace (muy al estilo de Sexto Sentido) no sólo otorga coherencia a la historia, sino también un sentido de trascendencia.

Para recordar: La secuencia donde Nicole Kidman camina por la campiña inglesa, en medio de una bruma densísima, y se altera buscando a su esposo.

Otra más: el descubrimiento de la fotografía donde se revela que los tres sirvientes de la casona están muertos.

16. The Village (2004)
Dir. M. Night Shyamalan


¿Por qué he incluido ésta, y no The Sixth Sense?
Porque Sexto Sentido ya forma parte del imaginario colectivo, y en cambio, The Village merece ser revalorada. M. Night Shyamalan postula una hipótesis interesante, ubicando a sus personajes en un micro-universo alterno, separado de la civilización; Por su parte, la fotografía (donde abundan los tonos ocres) es otro punto destacable.

Para recordar: El descubrimiento —y desconcierto— que hace Ivy Walker (Bryce Dallas Howard), sobre Aquellos de quienes no hablamos, al percatarse que se trataba de disfraces.

17. Mulholland Drive (2001)
Dir. David Lynch


Una película inteligente. Quizás no sea la mejor de David Lynch —él es, por sí mismo, un género cinematográfico—, pero es la que más me ha gustado tomando en cuenta su estructura narrativa. He visto esta película al menos en cinco ocasiones y cada vez he sacado una conclusión distinta.

Para recordar: VARIAS ESCENAS, MUCHAS IDEAS SUELTAS Y POCAS RESPUESTAS CONCRETAS. Por ejemplo, La "posible" representación del subconsciente como una enigmática caja azul, en la cual se asoma la protagonista y entonces despierta.

18. Eyes Wide Shut (1999)
Dir. Stanley Kubrick


Stanley Kubrick era uno de los genios que no merecían morir tan pronto. (Al igual que Michael Kamen o Freddy Mercury), y Eyes Wide Shut, su obra póstuma, es una prueba de ello. La película es una suerte de interpretación sobre varios temas, como la moral aparente, los deseos reprimidos, el peso de la conciencia sobre los actos compulsivos y la culpa.

Para recordar: Indudablemente, la Mascarada en la mansión de Long Island, con todos sus planos-secuencias y la gradualmente tensa Musica Ricercata de Giörgy Ligeti.

19. Memento (2000)
Dir. Christopher Nolan


Ésta película altera la comprensión del tiempo lineal como pocas veces he visto en pantalla. No es la primera en aplicarlo y tampoco debe ser la mejor, pero la forma en como lo aprovecha para el desarrollo de la historia, es digna de destacar. No dudo en afirmar que esta película ha sido de las pocas que me ha mantenido atento al desarrollo de cada acontecimiento, de principio a fin.

Para recordar: TODA la película.

20. Indiana Jones:
…The Raiders Of The Lost Ark (1981)
…And The Temple Of Doom (1984)
…And The Last Crusade (1989)
Dir. Steven Spielberg

Un clásico indiscutible del género de aventuras. La hasta ahora trilogía —que en pocas semanas más se convertirá en tetralogía—, ocupa una merecida posición por todo lo que representa para quien escribe estas líneas.

Supongo que hay mucho de cierto en que todos tuvimos un héroe en nuestros primeros años, un ídolo o una fuente de inspiración. Pues bien, en mi caso se trató del ficticio Dr. en Arqueología Henry Jones Jr.

Indiana Jones estuvo ahí, en Pozo de las Almas, desenterrando el Arca de la Alianza y arrebatándosela a los Nazis; y después, estuvo en la India, recuperando la piedra sagrada de Shankara del siniestro altar de la diosa Khali… Y de nuevo, ¡allí estaba! en el Templo Sagrado de Iskenderun, frente al guardián del Grial, eligiendo la copa correcta entre un sinnúmero de reliquias falsas…

Por fortuna, veintiún años después, la saga continúa.


Para recordar: en Raiders Of The Lost Ark, las escenas casi finales, donde los nazis abren el Arca en una isla profana, y aparecen unos macabros espectros que exterminan a todos los presentes (con excepción de Indy y Marion, claro está). Sin duda, una digna muestra de los efectos visuales ochenteros.

21. The Silence Of The Lambs (1991)
Dir. Jonathan Demme


Un thriller ejemplar, que destaca tanto por la diestra dirección de Demme, como por las actuaciones contundentes de Jodie Foster (la agente del FBI Clarice Starling) y sir Anthony Hopkins (el celebérrimo dr. Aníbal Lecter). Éste debe ser el film que más he visto, debido a la proyección constante que tiene en los canales de TV. Y a pesar de ello, mantiene vigente la tensión argumental.

Para recordar: La secuencia de Buffalo Bill frente al espejo, mientras se maquilla, canta y baila “Goodbye Horses” de Q. Lazzarus.

22. Requiem For A Dream (2000)
Dir. Darren Aronofsky


Una perspectiva decadente sobre las adicciones a comienzos del tercer milenio. Audaz a nivel visual, con trucos y movimientos de cámara que encajan a la perfección con la espiral descendente en que se hallan sumergidos los personajes de la historia.

Para recordar: La secuencia de Sarah Goldfarb (Ellen Burstyn), caminando con su anhelado vestido rojo, totalmente trastornada en busca del estudio de televisión. Y los segundos de proyección que muestran el brazo gangrenado de Harry.

23. El Laberinto Del Fauno (2006)
Dir. Guillermo del Toro


(Honestamente, hubiese deseado incluir a más directores mexicanos en esta lista, pero por desgracia, dentro del cine que se hace actualmente en mi país no existe una sola película que me haya impresionado por su temática, estructura narrativa, innovación técnica, por el logro conjunto de sus actuaciones o por su música y partitura original).

El argumento que del Toro creó para este filme es una especie de metáfora sobre varios temas universales: la inocencia de los primeros años, la frialdad de los adultos, la crueldad de los tiranos, la desazón de la guerra, la muerte y la vida eterna. Estos elementos, aunados a una correcta implementación de efectos visuales y sonoros, convierten a El Laberinto del Fauno en una especie de “fábula” obligada para las generaciones postreras.

Para recordar: La secuencia del Hombre Pálido, aquel ogro que se colocaba los ojos en las manos y que perseguía a Ofelia.

24. Antonia (1995)
Dir. Marleen Gorris


Una celebración de la feminidad. La cinta, a simple vista una crónica biográfica poco pretenciosa —narra los hechos de una mujer desde que regresa a su pueblo natal tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, hasta su muerte en los años 90—, muestra una serie de lecciones sobre distintos aspectos en la vida de todo individuo, tales como la sexualidad, la religión, el arte, la filosofía, la falsa moral y la verdadera valía de los seres humanos.

Para recordar: Las frases que Antonia profiere al violador de su nieta, después de dirigirse hacia él con una escopeta en mano. Y también, las últimas palabras del filme (narradas por la bisnieta de Antonia).

25. Moulin Rouge! (2001)
Dir. Baz Luhrmann


Derroche visual, una esmerada dirección artística y la inclusión de melodías previamente alojadas en el gusto colectivo, convierten a Moulin Rouge en una película atractiva, una apuesta por el cine de corte musical que actualiza y refresca a las viejas cintas de este género. “Your song” de Elton John, “Don’t leave me this way” de Thelma Houston, “Silly love songs” de Paul McCartney, “Roxanne” de The Police, “The show must go on” de Queen e incluso “Smells like teen spirit” de Nirvana y "Like a Virgin" de Madonna sirven de sustento para desarrollar el relato.

Para recordar: La interpretación de "Come what may" por parte de los personajes centrales, Christian (Ewan McGregor) y Satine (Nicole Kidman).

26. Shortbus (2006)
Dir. John Cameron Mitchell


(Único director que repite en mi lista).
Shortbus es una apuesta a la reinvención, fusión e inclusión de géneros que hasta hace algunas décadas se consideraban “trasgresores” en el Séptimo Arte.

La historia, ubicada en Nueva York durante el apagón de 2003, presenta a varios personajes aparentemente ordinarios de nuestros días (una terapeuta sexual, una dominatriz acomplejada, un fotógrafo voyeur, una pareja gay en busca de un tercer integrante…) quienes se reúnen en Shortbus, el club nocturno propiedad de Justin Bond donde el sexo es un elemento más de convivencia, y no el eje fundamental.

Para recordar: La animación utilizada para representar a NY, además de los múltiples diálogos salpicados de humor negro:


Justind Bond: "I used to want to change the world, now I just want to leave the dark room with a little dignity."

27. My Own Private Idaho (1991)
Dir. Gus Van Sant


Esta película, sin ser "deslumbrante", ocupa el sitio de honor para varios conocidos míos. Quizás se identificaron con Mike o con Scott, los personajes principales, quienes por razones distintas, se enfrentan al mundo y posteriormente, conforme avanza la historia, también a una parte de sí mismos.

Para recordar: La escena de la fogata, en la que Mike (River Phoenix) expresa a Scott (Keanu Reeves) lo que siente por él, sin ser correspondido.

28. Into The Wild (2007)
Dir. Sean Penn


Into the wild es una de esas películas idealistas en las que uno se identifica casi por completo con el personaje principal. La historia se basa en la travesía verídica de Christopher McCandless, un joven recién graduado quien manda al carajo su vida escolar (y también a su familia) y prefiere emprender un viaje en solitario a Alaska, alejado de todo vestigio de lo que comúnmente suele denominarse "civilización”.

Para recordar: La interpretación de Emile Hirsch, la fotografía de Eric Gautier y la banda sonora original de Eddie Vedder (rasgo que realza la intensidad de la película).


29. Stranger than fiction (2006)
Dir. Marc Forster


Dotada de un guión ingenioso, la historia me envolvió desde la primer sinopsis que leí, antes de que se estrenara en el cine local: un inspector de impuestos con una vida predecible y monótona descubre repentinamente, mediante una voz que sólo él escucha, que “alguien” está narrando cada acción y cada pensamiento de su vida. Más tarde, al darse cuenta que la voz proviene de una escritora que se distingue por “matar a sus personajes al final de la historia”, emprende una búsqueda frenética para suplicarle que le conceda un desenlace distinto.

Para recordar: Las escenas donde Harold Crick (Will Ferrell) acude a la psicóloga (Linda Hunt), al profesor de literatura (Dustin Hoffman) y en las que interviene "la escritora de su propia vida" (Emma Thompson).


30. The Raspberry Reich (2004)
Dir. Bruce La Bruce


No podía faltar en esta lista una cinta exponente del género pornográfico. A pesar de no ser excepcional, cumple bien su cometido. Además, en los últimos años Bruce La Bruce se ha esforzado por introducir novedosas técnicas visuales y argumentales a una clase de cine que comúnmente se trata con desdén por "carecer de contenido".

La historia es muy simple (y más cotidiana de lo que podría pensarse a simple vista): una banda de malhechores, comandados por la dominatriz Gudrum, secuestran al hijo de un empresario, con quien uno de ellos tiene sexo y de quien finalmente se enamora…

Una serie de subtramas se desarrollan de modo paralelo, aderezadas con multitud de escenas de sexo explícito —heterosexual, bisexual y homosexual— y frases ingeniosas como:

“¡La masturbación es contrarrevolucionaria”! Y,
“¡La heterosexualidad es el opio de las masas”!


De este modo, The Raspberry Reich cierra con broche de oro esta lista de películas básicas.

domingo, abril 20, 2008

Una historia inconclusa.

Ayer, a media charla de café, La Mujer sin Sonrisa me reveló, con una calma que es común en ella, que su padre -es decir, mi abuelo-, ha muerto. Un poco más y habría guardado el suceso para sus adentros.

La noticia, muy lejana de la crispación o el desconcierto que en otras circunstancias, en otro contexto y en casi cualquier otra familia hubiese acarreado, sólo produjo en mí un silencio prolongado que precedió a la reflexión.

Y es que no sólo me intriga el hecho de saber cómo murió, sino también, el de saber cómo vivía.

Aunque parezca paradójico, a menudo tengo presente "la idea de mi abuelo" porque siempre resultó estar ausente. Su vida está enmarcada en el misterio: fue un exiliado, un forastero, un ermitaño. Sólo llegué a conocer de él datos dispersos, por personas que en otra época y en otro lugar le conocieron: por ejemplo, supe que era un tipo muy noble y muy esquivo, que tenía una especial dilección por las mascotas y que su pasión era leer. Solía salir a caminar largas jornadas hacia sitios despoblados y leía de principio a fin todo texto que llegase a sus manos.

Más alla de estas vagas referencias, desconozco sus acciones.

"El abuelo" existió para mí gracias a los libros -antologías de relatos, en su mayoría-, que enviaba por mensajería, a varias fotografías en sepia donde aparece en los años 40's y 50's del siglo pasado, a un par de acuarelas que pintó -mismas que aún conservo-, y a una curiosa postal navideña donde recomienda leer un cuento de O. Henry (The gift of the Magi).

Ahondando más en los detalles de su deceso, me he enterado que ni siquiera falleció en fechas recientes, sino que éste ocurrió en algún momento del otoño pasado, y que su cuerpo fue hallado inerte momentos después de expirar.

Para qué negarlo, esto último me provoca un poco de tristeza.
Creo que las buenas personas no deberían morir solas.

(Aunque en el fondo, todos lo hacemos).

Y aunque sé que "el hubiera es un incómodo subjuntivo", me hubiese gustado tener alguna conversación con él, al menos una vez. O siquiera, preguntarle cuál era su finalidad al enviar los libros.

No me queda sino pensar que alguna vez, de algún modo, podremos coincidir en algún punto de la eternidad.

Pero por ahora —y lo que reste de esta vida—, será un enigma.

miércoles, abril 09, 2008

Los mares de Encélado (Pensamientos de la noche).


Una de estas noches voy a desaparecer
Y aunque alguna vez, alguien indagase mi paradero...
Nunca me encontraría.

La noche transcurre lentamente y muy tranquila, como si una fuerza invisible y omnipotente se apoderara del entorno, y lo cobijara. Desde el asiento del autobús contemplo, meditabundo, el firmamento.

A menudo me pregunto si las luces rutilantes que por años he observado a simple vista, así como los extraños cuerpos celestes que el telescopio me ha revelado, resguardan un momento de paz para nosotros.

Cuando los he visto -o simplemente los he imaginado- inmerso en la quietud de la madrugada, me aborda un inexplicable sentimiento de extrañeza, y de inmediato, una nostalgia que deviene en melancolía, y que no apunta precisamente al pasado, ni tampoco al futuro. Pienso en ellos como mundos perdidos, olvidados... Como mundos lejanos que no habré de pisar jamás, y en los que quizás, mi espíritu habría encontrado regocijo.

He pensado en las lunas de Júpiter y Saturno, así como en las de Urano.
Y también en las estrellas insólitas, como Sirio, Canopus, Régulo y Arturo.
Más aún, en constelaciones como Hidra y el Ofiuco, el Boyero, Tauro y la Cruz del Sur...

Me he preguntado hacia dónde marchan las Perseidas y las Gemínidas cuando, tras su paso, dejan rastros fugaces de su trayectoria...

¿Yo sería capaz de viajar a otros mundos?
No físicamente, claro.
Sino encontrando algún modo que escapase a la comprensión humana.

Un modo que no se sujetase a las leyes de la Física, del Tiempo y el Espacio -que son tan ilusorias como nuestra existencia misma-.

¿Podría, de repente, aparecer en Titán?
¿O en los valles de Europa, la luna de Júpiter?
¿O nadar de alguna forma, en los mares de Encélado?
¿Es posible que exista alguien más en esos sitios?
[No me refiero a un ser vivo, en los términos racionales de la "ciencia contemporánea"]

Sino a alguien VERDADERO, un ente hiperbóreo cuya esencia habite en esos mundos.

O que observe el firmamento por las noches,
Que cruce los cráteres, las grietas y los valles de su superficie...
Que quede cegado por la luz y que pueda apreciar la oscuridad...
Y que aún sea capaz de maravillarse por los designios más sublimes y sencillos del Universo.

¿O es que acaso, esos mundos están vacíos?
O peor aún, ¿semi-vacíos?
¿Habitados por unos cuantos seres "ausentes",
quienes son incapaces de comprender y amar a sus semejantes?
seres incapaces de sentir, de bendecir y de perdonar...

Si es así, entonces todos esos mundos, lo mismo Io, Ofelia, Ariel y Umbriel que Saturno, Sedna, Encélado y Japeto, son muy similares, por desgracia, a nuestro planeta Tierra.

sábado, abril 05, 2008

Imágenes de viaje.

"Looking beyond the embers of bridges glowing behind us
To a glimpse of how green it was on the other side
Steps taken forwards but sleepwalking back again
Dragged by the force of some inner tide

At a higher altitude with flag unfuried
We reached the dizzy heights of that dreamed of world
Eneumbered forever by desire and ambition
There's a hunger still unsatisfied

Our weary eyes still stray to the horizon
Though down this road weve been so many time...

The grass was greener
The light was brighter
The taste was sweeter
The nights of wonder
With friends surrounded
The dawn mist glowing
The water flowing
The endless river...

Forever and ever!"

Pink Floyd, High Hopes.

Existen ciertas imágenes que no puedo disociar de mi mente cuando viajo en carretera, independientemente del origen o destino. Si el trayecto incluye llanos y enormes superficies de campos yermos, un "chip interno automático" activa una relación indisoluble con la canción y el video High Hopes, de Pink Floyd.

Y es que este tema (de una forma que aún no logro expresar con claridad) significó un antes y un después para el anecdotario personal. Recuerdo haber visto el video por primera vez en 1994, cuando tenía 14 años, y desde entonces, el tema se convirtió en un hito. Tenía algo "enigmático y sublime" que ningúna otra canción hasta ese momento poseía, más allá del relato autobiográfico y alegórico con que David Gilmour dotó a la pieza, concibiéndola como un cuidado epílogo (al ser el último track del último álbum de estudio) de Pink Floyd, una agrupación reconocida por haberse adentrado en los terrenos de la experimentación sonora y haber creado atmósferas etéreas en torno a lo que alguna vez se etiquetó como Rock Progresivo.

Si bien es cierto que High Hopes representa en buena medida estos parámetros, para mí significó mucho más. El simple hecho de escucharla (y observar de modo hipnótico su video) infundía una serie de sensaciones hasta ese entonces desconocidas... Algo que había estado oculto en alguna parte del ser y que no había sido extraído. Una membrana melódica que abría paso a la magia y la extrañeza del surrealismo, como hasta entonces sólo lograban las pinturas de Chirico y de Magritte, o las de Remedios Varo. Todo ese cúmulo de sensaciones venían a mí con una simple canción, en una época en que la gran mayoría de los temas eran ligeros y asimilables como el Dance o ásperos y desencajados como el Grunge.

Aún ahora, cuando viajo y observo a un costado de la carretera campos enormes y desolados, puedo evocar las imágenes que proyectaba High Hopes, mientras escucho el tema.

Y soy sincero, a medida que avanza el autobús y va dejando detrás esos paisajes, una parte de mí anhela divisar desde la lejanía unos cuantos globos blancos que floten y reboten sutilmente, o un busto colosal de Syd Barrett que sea llevado en andas hacia el horizonte.

jueves, marzo 13, 2008

La cúpula y la cripta (VI).

Revelaciones ante el fuego cian

Nací en un día de primavera, el mismo día en que se celebra (en determinadas regiones del mundo y desde hace varias centurias), al símbolo de la Cristiandad.

Este hecho tendría poca (o nula) relevancia, de no ser por el significado auténtico de tal símbolo: una conjunción eterna y armónica entre lo sideral y lo terreno, lo finito y lo infinito, lo real y lo aparente, lo sagrado y lo profano...

En lo general, puedo asegurar que mi vida se rige por tal principio, como por el hecho de estar en el mundo, y a menudo, no formar parte de él.

Precisamente, La Cúpula y la Cripta es una transfiguración de dicha idea. La Cúpula es una alegoría de las emociones eufóricas, de los orgasmos, de la algarabía efímera que proporcionan los momentos compartidos, los fuegos de pirotecnia, los plenilunios y el estío.

La Cripta, por su parte, es el complemento "oscuro". En un sitio del ser en donde habitan las emociones mórbidas, la angustia, la melancolía, la soledad que pesa, el letargo del Tiempo terrenal.

Tampoco es casualidad que ambos términos se refieran a construcciones arquitectónicas producidas por el Ser Humano (pero por ahora no deseo ahondar en tal aspecto).

Por el contrario, me place compartir a continuación los momentos privilegiados que conforman la Cúpula.

Pocos se ubican en el pasado, sólo uno en el presente y el resto corresponden a los anhelos del futuro. Ninguno representa un hecho fuera de nuestra realidad, (si confiamos en que "todo futuro es posible").

1. Despertar con mi gato a un costado y escuchar su ronroneo.

2. Escribir un relato sobre La Mujer Sin Sonrisa y obsequiárselo.

3. Pasar la noche charlando hasta el amanecer, tomando ajenjo con los Amigos de Vida.

4. Asistir a un concierto de Morrissey bien abrazado de alguien que realmente importe y que me guste bastante.

5. Hacer el amor y tener un orgasmo mientras practico respiración compartida.

6. Quedarme dormido, bien abrazado, mientras veo una buena película de fantasía (no necesariamente The Lord of the Rings o The Last Unicorn) con alguien que de verdad entienda la trama sin necesidad de explicaciones.

7. Asistir a una celebración que incluya fuegos de pirotecnia, donde una multitud beba mucha cerveza y se comporte de modo fraternal, sin gritos, ni cohetes ni ruidos impertinentes.

8. Organizar una gran fiesta (encarnado en "el señor Dalloway") e interpretar Gypsy Lament de Inkubus Sukkubus, dedicándosela a alguien que esté presente.

9. Presenciar una Aurora Boreal en compañía de alguien que tenga un gran espíritu.

10. Llamar a Biógrafa Chú poco antes de morir, y recordar con ella esa impresionante luna llena con aros luminosos alrededor que observamos juntos la noche de su boda, cuando teníamos 27 años.