sábado, mayo 26, 2007

Emancipación.



"Follow through
Make your dreams come true
Don't give up the fight
You will be alright
'Cause there's no one like you in the universe

Don't be afraid
What your mind conceives
You should make a stand
Stand up for what you believe
And tonight
We can truly say
Together we're invincible"
Muse, Invincible.

A medida que el autobús avanza por la carretera, me invade una sensación de calma y liberación. Descubro mi rostro y abro la ventanilla, para apreciar con admiración -casi con vehemencia-, la fuerza del viento tramontana: es el sentimiento de la libertad recobrada, que como el tiempo y el autobús, sólo avanza en un sentido y nunca retrocede.

Infinidad de colores y matices se proyectan en el horizonte, como en una escena fílmica: van del ocre al magenta y del púrpura al turquesa. Ocultos entre estos, se encuentran los cromas jamás nombrados por los mortales: aquellos que sólo se presentan en los sueños.

Pienso precisamente en los sueños, mientras atravieso pueblos polvorientos, páramos desolados, un fuerte abandonado y finalmente, el bosque de niebla. Niños ríen empinando un papalote, un chico se alinea con el autobús durante algunos minutos, a bordo de su bicicleta, un perro pastor duerme en la estancia de una casa... Tomo conciencia de sus vidas, de su realidad, de sus sueños y sus anhelos.

¿Acaso tienen anhelos?
¿Pintan sus sueños con miles de colores y matices, o se limitan a respirar para "producir", como los seres soberbios?

Por supuesto que tienen sueños. Y sin saber, durante unos instantes, ellos están conformando los míos.

Los soberbios en cambio, no tienen sueños, por eso duermen tan poco. Sólo tienen ansias de escalar una montaña sin descalzar primero sus zapatos, para apreciar sus pies desnudos y sentir la tierra húmeda.

Los últimos rayos del sol se pierden con la lejanía del ocaso, dando paso a las luces que se encienden en la Tierra. No me cabe la menor duda: cuando muera en suelo boreal, mi espíritu se unirá al viento que avivará el fuego por las noches, proclamando con voz potente la palabra LIBERTAD.

miércoles, mayo 02, 2007

El último vagón.

(Reflexiones en torno a los 27 años).

“Esperé durante horas, aguardando el último vagón”

Creativo.
Cabe la posibilidad de que alguna vez en la vida, el tiempo se confunda. Durante los últimos siete años, buena parte de mis relatos se han alimentado de esa idea: virando el viento del Sur al Norte, trayendo de nuevo el olor fresco de las araucarias en otoño, como si fuese la primera vez que esosucede, prolongando el tañido de las campanas a la medianoche, expandiéndolo en el orbe, bajo la mirada atónita de una sangrante luna llena que jamás debe observarse en soledad.

“Solitario en el andén, entre sombras lóbregas”

Satisfecho.
Escribo estas líneas dedicándolas a todos aquellos seres portadores de luz, que ataviados de oscuridad, me han acompañado al bosque eterno o a alguno de los parques de mi vida, (y se han internado en mis líneas). Pienso y agradezco a todos ellos (a los vivos y los muertos), por brindar sustento a mi existencia: a la samaritana surrealista, a dañado post-grunger, a biógrafa Chú y al admirador de Wilde.

“Minutos antes de la medianoche, lo abordé”

Sublime.
Una mujer me sujeta con fuerza y con ternura. Primero me enseña a caminar y después camina junto a mí. Finalmente, me obsequia el mejor legado de su vida: la libertad. Regresa a casa y duerme sola. Nunca sonríe. Al final sólo descansa y se aparece en sueños, pintando lienzos con un matiz chedrón. Con ese mismo color, le dibujo un sonrisa. Derrama una lágrima y después se desvanece: se ha transformado en viento.

“Los rieles rechinaban con furia, adentrándose en el túnel”

Lúbrico.
Voy a rezar por los recuerdos, por los deseos y por los sueños. Rezaré por los misterios, los artilugios y sortilegios. Y también por los besos, los abrazos, las eyaculaciones y los delirios. Y cuando comience a rezar, millones de estrellas, una por una, sucumbirán como bengalas en el firmamento. Las llamas de las velas y los cirios relucirán con fuego cian, y el vino se mezclará con el ajenjo.

Voy a rezar y a caminar, anhelando que hagas lo mismo, en algún lugar…
Si es que existes.

“Y en el trayecto reinaba la oscuridad”

Espiritual.
Está sucediendo muy rápido, casi de modo imperceptible: los días van perdiendo su interés por transcurrir. Pronto, el gran aliciente de la vida, -la música, resonará con la trompeta del ángel Abadón y en ese instante, miles de legiones de espíritus arcanos se abalanzarán sobre la faz del mundo, destruyendo cúpulas y altares de escarnio. Cuando esta tierra sea sacudida con violencia y reine el caos, ¿a quién abrazará Ibardhim a mitad de una calle oscura? Todos los finales se convertirán en uno solo.

“Hasta que por fin, la luz irradió mi vista”

Inmortal.
Por supuesto, me emociona cumplir 27 años: porque a mi edad, ya he cruzado los umbrales (todos, menos uno). Me sumergí en las profundidades de un océano y sufrí la corrosión de la salinidad del semen, luego me interné en el bosque inhóspito de la melancolía, cruzándolo de extremo a extremo. También exploré el espacio sideral, allí donde mora la imaginación que se regocija narrando historias… Finalmente presencié el fin de los tiempos en una noche sin estrellas, atestiguando el vacío del mundo, que se hundía en un abismo.

“Y entonces aprecié los ecos del submundo”

Mágico.
En la lejanía, echado bajo un árbol, se encuentra un gato. Observa las historias de los humanos y las guarda en su memoria. Es un escribano, y se le ha encomendado la misión de presenciar los relatos de hombres y mujeres, quienes en su afán de trascendencia, corren desbocados hasta desfallecer. Esta noche intentaré seguirlo, y como es costumbre, iré creando un soliloquio sobre su partida, cuando de modo esquivo, desaparezca y traspase los portales del tiempo que escapan a la razón humana.

“Por fin, arribé a la última estación: y estaba vacía”

Épico.
Cuando este espacio no invoque línea nueva alguna, y el universo en su conjunto clame por su finitud, prevalecerá el viento cósmico sin nombre, y quizás, a través de los eones, susurre una voz, una vieja canción:

La voz de alguien que tiene el corazón
De quien entiende la pureza
De la naturaleza
Donde no hay pecado, ni perdón.