viernes, mayo 30, 2008

Viaje hacia el fin del Tiempo:Ex Libris [flashback].

Escena 5.

[Flashback]

Ibardhim en la cabaña contigua a la carretera.
(Interior. Tarde sumamente brumosa, como cualquier otra.)

Una horda de vehículos avanzan por la carretera, en ambos sentidos. El tráfico es incesante. La velocidad es un factor preciado en nuestros días: todo sucede y termina muy a prisa. Un carril de ida, y otro de vuelta, se convierten convenientemente en una parábola de la existencia.

El destino es un sitio incierto al que todos aspiramos llegar,
y sin percatarnos, día tras día,
constituye nuestro punto de partida.

En medio, entre ambos carriles, se desplaza una línea blanca interminable, que más que dividir, termina uniendo.

Una pequeña cabaña de madera se levanta a unos cuantos metros de la carretera. Está rodeada de álamos y pinos, que apenas y logran ocultarla.

Es un refugio del mundo,
el hogar de un ermitaño,
un santuario del espíritu.

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(Ibardhim, soliloquio).

Rodeado de libros,
Rodeado de páginas,
Rodeado de historias.

Mi breve paso por este mundo podría resumirse en uno o dos párrafos, cuando mucho. Y mi legado, se simbolizaría con un ex libris. Con uno de esos sellos o ilustraciones que se colocan en las solapas o en el lomo de los libros, entre otras razones, para dar a conocer a los lectores postreros, de identidades desconocidas, la previa potestad de las líneas en las que pasan la mirada (o el tacto).

Mi ex libris es el viento del Norte, que clama por viajar a contracorriente y atravesar el Trópico de Cáncer, donde habitan las ilusiones.

Porque durante eones de sueños se ha dicho
que el Final de los Tiempos aguarda ahí.

Observo de reojo los autos que van y vienen en la carretera, y entonces pienso en los días y las noches de mi Tiempo; ahora comprendo a la vida como una sucesión interminable de reencuentros y despedidas, de nacimientos y funerales, de aniversarios que se confunden en el calendario y se olvidan con premura.

Recuerdo los años Ochenta del siglo XX. Los días que me gustaba ir a la playa, cuando el sol no quemaba tanto como ahora. Inclusive, recuerdo el sabor de los helados de vainilla de Danesa 33, y el sabor de los cocteles de camarón en el puerto, frente al faro blanco de la Isla de Sacrificios. Recuerdo sentir el viento en mi frente y reír, por el simple hecho de sentirlo, mientras viajaba en la batea de una camioneta; recuerdo las canciones de la radio en sonido estéreo, a mi hermano mayor sintonizando La Pantera, y escuchar Don't stop believin' de Journey, Take on me de a-ha y una veintena más de clásicos alojados en la memoria colectiva.

Y luego, pienso en el paso del Tiempo, que nos hace fuertes e insensibles al mismo tiempo, y nos sumerge en un profundo trance de emociones: las de la líbido, las del instinto.

Añoro los días que ahora vuelven, poco antes del fin del Tiempo. Pasan frente a mí fugazmente, como los autos que vienen y se alejan por la carretera, sin mirar atrás por el retrovisor.

También pienso en los días de la Libertad Suprema: los de los años Noventa, que me otorgaron las canciones más intensas, las más sinceras y anecdóticas. Aquellos tracks que me hicieron fascinarme por las voces (y por sus cuerpos), y por las melodías del mundo, cuando yo también era la voz, y era el espíritu.

Ahora toda esa retahíla de días, con sus recuerdos y pensamientos, aceleran por la carretera, hasta perderse en la lejanía.

Y con los autos, las páginas de los libros y sus ex libris habrán de volar con el viento del Norte hasta perderse en las Tierras Ignotas, donde yace el Final del Tiempo.

"And I wished for so long...
I cannot stay
All the precious moments...
Cannot stay
It's not like wings have fallen...
I cannot say
Without you something is missing...
I cannot say

Holding hands of daughters and sons
In their phase they're falling down
Down, down, down

I have wished for so long...
How I wish for you again

Will I walk the long road?
I cannot stay
There's no need to say goodbye

Oh, the friends and family...
All the memories going round
Round, round round...

I have wished for so long...
How I wished for you today

And the wind keeps rollin'
And the sky keeps turning grey
And the sun is set
The sun will rise another day

I have wished for so long...
How I wish for you today

I have wished for so long...
How I wish for you today
Will I walk the long road?
We all walk the long road..."
Eddie Vedder, The Long Road.

jueves, mayo 22, 2008

El regreso de la gran aventura.


Quién iba a pensar...

Que diecinueve años después de acudir al cine a ver la (supuestamente) última parte de la trilogía de Indiana Jones, iba a estar sentado en una butaca, escuchando de nueva cuenta, la entrañable partitura de The Raiders March, de John Williams.

Diecinueve años después de presenciar el galope de Indy, Marcus Brody, Sallah y Henry Jones Sr. alejándose en el horizonte, tras haber hallado la gloria del Grial y la vida eterna, el arqueólogo está de regreso. Y de nueva cuenta, se vuelca en una aventura.

Es un deleite personal y un privilegio presenciar tal suceso.
-En un mundo y una época tan distintos a los de hace diecinueve años-, y valga esta acotación tanto para el personaje, como para quien escribe estas líneas.

Cada quién creció con sus héroes.
El mío está aquí, de nuevo, acaparando las pantallas cinematográficas alrededor del mundo.

Más allá del tiempo de proyección del filme, algo me queda claro:

Que ha llegado el momento de aventurarse,
y de reencontrar el significado de cada instante y de cada emoción, en cada punto de esta travesía.

lunes, mayo 12, 2008

Viaje hacia el fin del Tiempo: flashdream.

ESCENAS 6-9.

[Flashdream]

Ibardhim y Espíritu X-21
(Exterior. Tormenta Eléctrica. Momento del Ocaso.)

Ibardhim corre por la calle con dificultad, mientras se desata una tormenta y una ráfaga violenta arroja algunas ramas frente a él. Justo después de cruzar la calle, un tumulto de personas corren despavoridas en dirección a una capilla. Reina el ruido, el caos y una paranoia colectiva, que se intensifica con la caída fría e inclemente de la lluvia y con el estruendo de un rayo atroz.

Un edificio se levanta ante él, frente a la antigua plazoleta: es el Hotel Europa, que le resulta familiar.

Lo observa expectante por unos segundos y entra con premura.

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(Interior del Hotel).

Pasillos y habitaciones saqueadas, abandono total. Nada. Un lobby vacío abre paso a unas escaleras de estilo modernista, también vacías. Ibardhim se limpia la frente empapada y accede al siguiente piso.

Sólo hay una habitación ocupada, no hay duda. Y no podría ser otra que aquella marcada con el número que Ibardhim reconoce perfectamente, un número que lo vincula con el Momento del Fin, y con su vida propia.

Empuja la puerta entreabierta y entra, sin más.

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Tras la puerta se revela el espíritu X-21.
Salvo por el corte de cabello, no ha cambiado en nada. Luce tal como era hace varios años, y justo como debería lucir tras el paso inevitable del Tiempo.


X-21 mira tajante a Ibardhim y declara con firmeza:

—No.
—No he vuelto ni me he ido. Tampoco estoy. No soy yo en realidad.
Esto es sólo un sueño. Tu sueño.

Ibardhim ignora lo que X-21 ha dicho y lo abraza, sujetándolo con fuerza.

Se emociona a tal punto que derrama un par de lágrimas.

Permanece así unos quince segundos, y después comienza a proferir un soliloquio. No articula palabra alguna verbalmente, pero aún así, es capaz de expresarse.

Ibardhim:

—"Yo sabía que iba a encontrarte aquí. Lo sabía.
Nadie necesitó decirme qué hacer para encontrarte.

Sigues oliendo bastante bien.

Y ahora, -justo ahora-, me provoca una tristeza infinita el hecho de olerte, de acercar mi nariz a tu cuello. Resulta curioso pensar en todo lo que viene a mi mente en este momento: me acuerdo cuánto me emocionaba verte llegar y de inmediato desabrocharte la camisa; cuánto me emocionaba despertar a tu lado y besar tu barba... ¿Te acuerdas?

Era como si al hacerlo fuese un niño de cuatro años que despertaba temprano la mañana del Día de Reyes... Era sentir esa clase de emoción genuina que luego de tí se esfumó.

Y luego, pasar el fin de semana volcado en tí. ¡Era algo tan auténtico y natural!

Será porque nunca vi con ningún matiz lo nuestro. Para mí sólo se trataba de tener alguien a quién querer, y demostrártelo.

Fue algo bastante intenso, tanto que si hubiese existido -antes o después- algo similar con alguien más, lo habría olvidado por completo.

Pero nuestro caso no fue así. Fue real.

Me gustaba comerte a besos a mitad de la calle... Y sujetar tu mano.
Sí, sujetar tu mano. Eso brindaba la sensación de compartir el mundo.
Es más, el mundo no existía, sólo existíamos tú y yo.

Qué ironía, ahora somo tu y yo quienes no existimos,
y al mundo le restan sólo un par de horas.

¿Recuerdas el olor de las calles húmedas, cuando terminaba la tempestad?

A mí siempre me gustaron las ciudades lluviosas, por eso terminé aquí.

Cuánto me gustaba descubrir contigo el arte de la seducción, y después, aplicar el arte del sexo en cualquier momento y casi en cualquier lugar.

¿Te acuerdas cómo nos observaban los extraños y la gente se burlaba?
Y a mí que no me importaba en absoluto. En el fondo, siempre supe que no lo volvería a hacer con nadie más. Nunca tuve que aclarar nada, ni reivindicar nada, ni tener orgullo de nada. Para mí sólo era cuestión de amar.

Nunca me importó si el mundo se percataba de mi realidad, si la evadía o la imprecaba.

¿Recuerdas aquella noche que desperté de súbito, y te comenté que había tenido una pesadilla muy triste, en la que te abrazaba y lloraba mucho?

Era una sensación terrible: era la ausencia.
Tan sólo de acordarme, me estremezco.

Seguro que no te acuerdas, porque siempre olvidas todo. Olvidabas la letra de las canciones y nuestras fechas importantes, así como los cumpleaños. Olvidabas mandar correos a los amigos e incluso olvidabas darle de comer al gato. Por eso tenía que dejarte recados con indicaciones por toda la casa, como si hubieses sido un niño.

Y en ese olvido, se te sumó el transcurso de los años.

No te culpo del todo, pues nos tocó vivir una época voraz: el propio remate del Tiempo. Cada uno de estos años ha sido tan significativo, saturado de acontecimientos decisivos y catástrofes impensables, que aunque los noticieros del mundo se hubieran reservado divulgar la noticia del inminente final, nosotros lo habríamos deducido.

Y nos tocaron Tiempos Triviales, también.

¿Recuerdas que programábamos la música de Annie Lennox para hacer el amor? Y nos preguntábamos cómo era posible que hubiese compuesto e interpretado una canción tan sublime, Love song for a vampire, para la banda sonora de Drácula, y que dicho tema, tan conveniente para compartir orgasmos y eyacular uno frente al otro, no hubiese ganado ningún premio importante...

Y después nos preguntábamos si tiempo después Annie obtendría justicia.

Pues bien, cierto día, años más tarde, encendí el Televisor. Y allí estaba, Annie Lennox ganando un Óscar, por Into the West.

Te eché de menos.
Ese día tú estabas tan ausente como lo estás hoy.

Pero no quiero discutir.
Sólo voy a abrazarte.

Voy a esperar el fin del mundo abrazado a tí, en esta habitación de hotel.

Y me voy a quedar dormido.

Justo ahora, cuando el planeta entero es un caos y el Tiempo se hunde en el vacío, y cuando están por suceder (o quebrantarse) los últimos sueños, y por cumplirse u olvidarse los últimos anhelos de los Seres Vivos, sólo quería que lo supieras.

Sólo te veo y me dejo llevar por el brillo de tus ojos marrones.

Cierro los ojos.
Y todo es de nuevo, soledad y melancolía."

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Tras el balcón de la recámara se asoma una densa capa de humo que disipa la lluvia.
Y desde un punto indeterminado, resuena in crescendo una melodía...

"My love,
Wherever you are,
Whatever you are,
Don't lose faith.
I know it's gonna happen someday
To you.
Please wait...
Please wait...
Ah, ha, ha,
Wait...
Don't lose faith.
You say that the day
Just never arrives
And it's never seemed so far away.
Still I know it's gonna happen someday
To you.
Please wait...
Don't lose faith."
Morrissey, I know it's gonna happen someday.

sábado, mayo 03, 2008

28.

This day comes with a dazzling light, full of sentences and revelations...
For one moment, all the melodies I've ever heard, the riffs, loops and beats r' invading my senses, leaving my mind troubled.

At this point, I see my life as a metaphore of bittersweet flashdreams,
As a synecdoche of thrilling echoes spinning in the depths of Time,
as an hyperbole of mourning passages that die into the night...

I see my Life as a Literature Class where all my old and well-known characters r' going straight to shit and a new tale is being created.

Today's my b-day, I'm 28.

I'm gonna keep in silence for all those yesterdays that have passed away. And after that, I'm gonna light a candle: for the Future, for the celebration of Life, indeed.

Something is spawing in my spirit and my mind,
It is real, brand new and beautiful...
It is awesome,
"Like the euphoria morning".