Epílogo.
Acotaciones Finales,Nota del Editor,
Fe de Erratas.
Fade Out.
Pantalla fundida en negro,
Créditos al cierre.
He aquí: el momento de la conversión.
La reinvención,
La redención.
Ante mí: La vorágine del Destino.
En este preciso instante, no estoy seguro si los finales realmente llegan a suceder, o si sólo son una prolongación incesante de tiempos previamente vividos (por poco olvidados). En lo personal (queda clarísimo), me obsesiona el desenlace de los relatos:
Porque todo relato aspira a terminar, alguna vez, de uno u otro modo.
Si el final es bueno o malo, eso no me corresponde juzgarlo.
Todo cuanto he plasmado durante estos cuatro años en esta versión digital del Breviario (como en tantos otros cuadernos de apuntes), es un testimonio y un tributo. Es un homenaje a las vivencias de personas reales como Biógrafa Chú, R. el Alquimista, Super-actriz K, Dañado Post-Grunger, el Admirador de Wilde o La Mujer sin Sonrisa, así como a personajes ficticios como Ibardhim, Gheesh, Abadón o Eschel, que han vivido conmigo.
Y al mismo tiempo, es una fábula y una parábola.
Más aún: es una leyenda, y una profecía.
Eso mismo: es una profecía, críptica y enigmática como aquella que descubrí junto a la Samaritana en un lienzo, hace más de trece años, cuando la rueca del Destino giró hacia un punto indeterminado del Universo, donde brillaban dos estrellas.
Y como toda profecía, narra los acontecimientos que pertenecen al Futuro. A ese Futuro que habrá de comenzar (si es que ha de comenzar) en unas horas más.No voy a despedirme.
Las despedidas son en buena medida, eventos de desazón.
Pero debe quedar claro que ya no hay mucho qué escribir, por ahora.
He llegado al punto en que tengo que nutrirme de otra realidad, para desarrollar un nuevo relato: el mío.
Y sólo cuento con un par de ideas al respecto:
1. Cruzaré el Trópico de Cáncer, hacia el Norte, "donde moran las ilusiones".
2. Presenciaré la Aurora Boreal, acompañado de un Gran Espíritu.
Eso es todo, no hay nada más que narrar.
Regresaré al Breviario cuando deba de hacerlo.
Mientras tanto, como guía de viaje, dejo unas cuantas palabras.
No son mías, sino del autor que me alimentó de emociones por vez primera en esta vida: Michael Ende.
Nada le retiene en torno,
todo habrá de liberarle:
Pues quien cae en la nostalgia,
el vino busca y el pan
tras los confines del mundo.
Cantando camina solo.
Sólo el sonar de una flauta
siente su ausencia en lo oscuro,
triste, insensato y hermoso,
hasta quebrarse...
No puedo ocultar un hecho: estoy emocionado, como pocas veces lo he estado.
He aquí pues, el Destino.
Por último, (en esta ocasión), dejo la mejor de todas las canciones.
It's all decided for us
This world has only one sweet moment
Who wants to live forever?
When love must die
Who wants to live forever