lunes, julio 10, 2006

Xalapa, entre la Atenas y el Apenas.

Tan sólo nombrar a Xalapa es aludir a dos ideas preconcebidas en el imaginario popular: la de ‘Atenas Veracruzana’ y ‘Ciudad de las Flores’. Sin embargo, en la cotidianidad de quien radica o se alberga durante algunos días en la ciudad, notará que de Atenas tiene poco y de flores, nada más marchitas o de imitación. Si bien es cierto que la urbe se ha ganado cierto prestigio gracias a una intensa actividad cultural, misma que fluye y se disemina en selectos círculos de la petulante élite regional y de la burocracia cultural en turno (que a fin de cuentas vienen a ser lo mismo), Xalapa subsiste entre la MEDIANÍA y la MEDIOCRIDAD.

La primera, que le otorga el ser tanto histórica como actualmente una ciudad de paso, de caravanas y viajeros, de talentos jóvenes que tras lograr cierto reconocimiento en pequeños gremios ‘subculturales’ deben emigrar; porque en Xalapa todo aquello que no va acorde con los eventos y festivales organizados e impuestos por las Instituciones, (léanse las temporadas de conciertos de la Orquesta Sinfónica, las exposiciones organizadas por el irreverente Instituto Veracruzano de la Cultura y los festivalitos suntuosos del DIF Estatal como la Cumbre Tajín), supone una ‘subcultura’, una serie de expresiones que se mantienen al margen de los programas oficiales y que por lo tanto, caen en terrenos de lo ‘alternativo’ e ‘independiente’ —aunque nada tengan de alternativo y en realidad, dependan en buena medida del Estado para lograr apoyo y difusión.

Y la segunda alusión, la mediocridad, como suele suceder en este ruinoso país, deviene en un juego de complicidades y compadrazgos entre gobernantes y gobernados. Unos representados por las autoridades culturales, administradores —nunca gestores— de la cultura, cuyo mérito radica sólo en engrosar el ya de por sí flatulento aparato gubernamental, cobrando salarios exorbitantes, cortando listones, asistiendo a las galas para aromatizar (agriar) el ambiente con sus olores. Y otros, los creadores favorecidos por becas y estímulos durante los últimos regímenes veracruzanos, o sea, una veintena de artistas sobrevalorados, quienes oscilan en un rango de edades que va de los cuarenta a los sesenta años. Ah, eso sí, ¡son incuestionables! Son los consagrados, los contemporáneos, los vanguardistas, los representantes de la ruptura… Como si estos términos aún lograsen marcar pautas artísticas, siendo que estuvieron en boga hace más de treinta años.

Pero, ante todo, debemos recordar que Xalapa es parte de La Gran Provincia, y por tanto, el tiempo transcurre más despacio.

La ciudad, asentada al pie de las grandes montañas, posesa de un paisaje y una vegetación exuberante con clima predominantemente húmedo —aunque a decir verdad, en Xalapa sólo existe algo más inestable e impredecible que un xalapeño: su clima—, y dominada por un suelo escarpado, otrora un conjunto de lomeríos, está más verde a nivel cultural de lo que muchos podrían pensar.

La crítica y el periodismo culturales son aún básicos, silvestres. La administración toma en cuenta (de mala gana) al ámbito cultural, lo difunde, se sirve de él para alentar el discurso político —que en Veracruz es tanto más bochornoso que el del resto del país—, pero no lo academiza.

Y la Gestión Cultural constituye un incipiente terreno baldío, aún inexplorado y de alcances perturbadores para quienes ostentan cargos vitalicios de galeristas, curadores e investigadores de la Cultura sin ser ni lo uno, ni lo otro. A propósito, si se da una vuelta por la ciudad, visite el Parque Central (Benito Juárez), la terraza panorámica y los dos espacios culturales que alberga.

En Xalapa, recorrer el Centro Histórico —llamado así desde hace pocos años, a raíz de esa fiebre noventera por conformar patronatos preocupados por rescatar el patrimonio que poco antes descuidaban o destruían—, implica reconocer y familiarizarse con la Identidad Cultural citadina. Partiendo de la Plaza Central, donde se aprecia la singular catedral con su torre inconclusa, hacia el barrio de Xallitic, el pintoresco callejón del Diamante (punto medular de referencia y encuentro), la zona de los Lagos o inclusive visitando las ciudades y pueblos aledaños (Coatepec, Xico, Naolinco…) uno se percata del tipo de gente que da vida —es un decir, pues más bien la quitan—, a estas poblaciones: comerciantes, estudiantes, maestros, burócratas, turistas y esa clase de personas públicas de quienes uno suele preguntarse cuál es su oficio y/o beneficio sin obtener una respuesta contundente.

El hecho de que universidades públicas, privadas y centros educativos hayan fincado su residencia en Xalapa (muchos de estos convirtiéndose en atractivos negocios familiares), ha implicado un crecimiento notable en el flujo de estudiantes que periódicamente se establecen en la ciudad. Sin embargo, lejos de que las Instituciones Culturales oficiales promuevan expresiones artísticas acordes con los tiempos y tengan una visión de acaparar a estos públicos de jóvenes, se han atrincherado en sus recintos. Existe una carencia de espacios adecuados, una atención reticente y limitada, pero sobre todo, un interés nulo de las autoridades xalapeñas para albergar y presentar propuestas culturales ‘frescas’: las que implican y apuestan por la multidisciplinaria, el arte experimental, el arte digital y los nuevos medios, por citar meros ejemplos. De aquí se deduce que
EN XALAPA EXISTE MUCHO DE LO MISMO, PERO POCO DE LO NUEVO.

Esto ha dado pie a que el ambiente cultural ‘alternativo’ e ‘independiente’ se haga presente y notorio en la región, expandiéndose y diversificándose rápidamente, hecho que resulta justificable y francamente necesario.

Sin embargo, dicho ambiente se encuentra desarticulado. A pesar de que Xalapa se ha visto enriquecida con un buen número de espacios culturales durante los últimos años (foros y galerías independientes, cafés de arte, bares/lounges alternativos,…) Y de que estos han sido los responsables de presentar, exponer y divulgar la obra de jóvenes noveles, tanto xalapeños como provenientes de otras ciudades y del extranjero, no se puede hablar de un gremio ‘alternativo’ organizado, cohesionado como tal para perseguir fines comunes. Aunque el término ‘alternatividad’ presupone ser tolerante e incluir una diversidad ilimitada de expresiones, éstas no deben ser siempre dispersas.

En realidad quienes promueven la Cultura en Xalapa (o más bien, quienes pregonan su idea de ‘Cultura’, que siempre es respetable pero nunca compartida), tanto las instituciones oficiales como los grupos disidentes y ‘alternativos’, están más pendientes de sus bolsillos y de su divismo perpetuo. ¡Ah!, porque el divismo de los creadores xalapeños es exquisito e inigualable: con eso de que vivimos entre la tierra caliente y la tierra fría, la altitud nos ha dotado de una doble moral recatada y elocuente durante el día que deviene en amoralidad disoluta y omnisexual durante la noche).

Conociendo tan bien el terruño, no es de extrañarse que la esfera cultural xalapeña siga anquilosada y cada vez más borrada de la agenda gubernamental. A muchos nos da la impresión de que así como una torre de la catedral siempre ha estado inconclusa, constituyéndose como falso enigma y mostrando sólo unos muñones, así se encuentra el arte y la cultura de los jóvenes en la ciudad: sugerida, pero no presente, aguardando su momento,
aspirando a ser valorada por lo que es y no por lo que podría llegar a ser.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El texto me suena como el de un resentido que diría otra cosa en caso de tener las piteras becas IVEC

Anónimo dijo...

no seria mejor terminar tu texto dando ideas o PROPONIENDO UNA APROXIMACION POSITIVA sobre la cultura en xalapa?
no veo el objetivo de tu bla bla fatalista, aun los que pensamos un poco como tu no podemos estar de acuerdo en quedarnos con un sabor de "no hay nada que hacer, el mundo esta podrido"

Unknown dijo...

Wow! Me parece muy buena tu descripción del ambiente cultural en Xalapa. Viví allá hace unos cuatro años y ahora vivo en Guadalajara, puedo comparar y afirmar lo que dices. Acá existe un circuito muy definido de arte emergente y las instituciones culturales oficiales tiene la suficiente apertura para que haya un sano juego entre lo oficial y lo alternativo. En Xalapa bien dices "hay mucho de lo mismo y poco de nuevo".

Espero ir allá en uno año con un proyecto de promoción cultural, pues me parece que hay mucho que rescatar de Xalapa. Me gustaría estar en contacto contigo, un saludo.