lunes, enero 24, 2005

Malditas tardes de enero.

"Running over the same old ground
what have we found?
The same old fears,
wish you were here."
Pink Floyd, Wish you were here.
De pié, observando hacia la ventana que ilumina mi recámara, estoy de lo más 'down'. Me empastillé con paracetamol para dormir un buen rato y ahora sufro las consecuencias.
Las mañanas son terribles, como también lo son las tardes y sus noches.
Tendré que recurrir a Ibardhim y escribir algo mórbido para cobrar un poco de ánimo. Se me ocurre algo fácil: es una tarde de enero y su vida no tiene sentido, una vez más está pseudo dopado y observa hacia la ventana.
Se tumba en el suelo y se la pasa escuchando "Wish you were here." No es que se la dedique a nadie, nada de eso. Más bien la escucha tanto porque de esa forma logra echarse de menos a sí mismo.
Y en medio hay un océano, eones de tiempo hacia cualquier sitio que no exista, si es que llega a vivir tanto.

jueves, enero 20, 2005

La Fuente del Grial.


¿Has visto al mundo que quise ver?
Descríbelo en un sueño, o mejor aún: aparece en uno y sonríe.

No te he visto en sueños por varios meses.

Quizás al fin te marchaste, y no exista más vínculo entre nosotros que aquel concedido por la memoria.Curiosamente, vine a reflejar mi rostro sobre el agua de la fuente: es muy turbia ahora, como los anhelos de enero.

Camino a su alrededor y varias estrofas vienen a mi mente, como en aquellos días. Espero no incomodarte, si es que tu espíritu visita este lugar de vez en cuando, como lo hago yo.

De cualquier forma, no existe alguien más con quien compartirlas, hasta ahora.

"If all of the strength,
and all of the courage
Come and lift me from this place
I know I can love you much better than this,
Full of grace... My love."
Sarah McLachlan, Full of Grace.

Esta noche, ¿ronroneará un gato junto a tí?

miércoles, enero 19, 2005

Annie Lennox.


"How many times do I have to try to tell ya

taht I'm sorry for the things I've done?"

Annie Lennox, Voz perfecta no. 3

domingo, enero 16, 2005

Sueño de la tarde.

...Una calle amplia, cielo completamente gris y mucha luz. No recuerdo haber estado agitado, sino sólo pensativo. Caminaba y al mismo tiempo, observaba las acciones de los otros; transeúntes, niños, jóvenes y viejos por igual, aceleraban el paso. Algo iba a ocurrir -no estoy seguro qué-, pero presentí que se trataba de una calamidad.
Justo al pasar frente a una iglesia, me percaté que mucha gente la saqueaba: llevaban muebles, objetos litúrgicos e incluso santos. Logré escuchar murmullos agitados, y comencé a acelerar el paso.
Una joven de unos 25 años, vestida de negro, golpeaba el asfalto con un mazo, quebrándolo: unos pasos adelante, un hombre canoso hacía lo mismo, mientras amontonaba el escombro en la banqueta.
No le di importancia (y al parecer nadie más lo hacía), hasta que me percaté de cuál era la finalidad: enterrarse.
Quebraban el asfalto, sacaban tierra y se arrojaban. A unos cuantos pasos de distancia, vi a una niña gritando: gemía implorándome que la cubriera con tierra.
Entonces desperté.

sábado, enero 15, 2005

La vida siempre está ausente.


Un personaje al borde del colapso anímico, en una habitación fría: su nombre es Ibardhim, quien concluye un relato ‘oscuro’. Frente a sus ojos hay un ventanal de grandes dimensiones que muestra un ocaso gris. Por un instante desvía la atención del monitor y entonces se dirige al ventanal: el gélido viento sopla sobre su rostro. Ibardhim cierra los ojos y se traslada a otro lugar, más allá de ese relieve montañoso que ha visto desde siempre en cada atardecer.

Se deja llevar un poco por la música que suena en el estéreo, la voz de Beth Gibbons entona una suave letanía: “Autumn leaves, beauty's got a hold on me…” Sabe bien que desde su ciudad en la provincia mexicana pocos escuchan a Beth Gibbons, pocos observan un ocaso gris y aún menos sienten al viento soplar sobre su rostro.

Aún así, es capaz de imaginarse en una gran urbe, antigua y llena de leyendas… Por qué no, del otro lado del océano. Incluso puede divisar un pequeño ático y un muelle, calles de ladrillos ocres, olores agridulces... Va más allá y se ve recostado en una cama, sujetado por un par de brazos fuertes.

Beth Gibbons continúa cantando: “everybody knows this time, shadows are drifting in silence…”

Cerca del ventanal, echado sobre el piso, se encuentra Evryn: es un gato negro, gordo y cariñoso. Pasa las tardes aburriéndose por no tener con quién jugar. En realidad, su espíritu es el de un ángel que reflexiona sobre el mundo de los humanos, sobre sus sueños y sus pesares; bien le haría conocer un día de éstos a un alma en pena a quién expiar.

Pero esto no sucederá.


Mientras tanto, Beth Gibbons clama:
“Autumn leaves,Pretty as can beEveryone can see,Everyone except me…”

Simultáneamente, a miles de kilómetros y del otro lado del océano se encuentra Gheesh, quien comienza a escribir lo que será un relato ‘oscuro’ desde el ático donde vive solo. El bullicio constante de la taberna bajo su habitación, aunado al ruido que proviene del exterior, le impiden concentrarse. Toma un descanso y se acerca a la ventana: desde allí puede divisar el muelle, y miles —quizás millones—, de rostros que día a día caminan sobre estrechas calles de ladrillos ocres, cruzando sus miradas en fracciones de segundo, para no volverse a ver jamás.

Cuánto desearía estar en alguna otra parte, un lugar plácido y aislado donde los achaques de la metrópoli no interrumpieran sus pensamientos, donde el humo y el óxido no sofocaran al ambiente y el viento de las montañas pudiera soplar sobre su rostro…

Una melodía suena en el estéreo:

“No, we know you'll never fake it Whether my oceans divide I'll try to understand it But everybody knows this town…”

Es Beth Gibbons susurrando la misma canción.

No mucha gente se da tiempo de escuchar a Beth Gibbons en esa ajetreada y antigua ciudad, tan llena de leyendas. Incluso el ático de Gheesh resulta ser un sitio escabroso: justo al momento del ocaso, una sombra tenue recorre las paredes. Va dejando un frío que cala los huesos y un dejo de melancolía; se trata de un alma agobiada por el olvido… Cuánto daría por encontrar a un ángel que pudiese absolverla.

Pero queda claro: esto no sucederá.

Cierta noche, Ibardhim y Gheesh se conocen mediante la Internet: es por suerte y por destino. Pasan horas, luego días y más tarde meses charlando sobre gatos, ángeles, almas penitentes, Beth Gibbons y cientos de temas más, hasta que Gheesh decide viajar para encontrarse personalmente con Ibardhim.

Los minutos —y luego las horas— se hacen eternos para Gheesh en el aeropuerto: Ibardhim no aparece, y de hecho, nunca lo hará —se ha suicidado la noche anterior—.

Allí, entre el ir y venir de los viajeros, una canción se deja escuchar en la sala:

“Autumn leaves Beauty's got a hold on me Autumn leaves Pretty as can be…”

Gheesh se percata que está solo de nuevo —aunque en realidad siempre lo estuvo—, sale a caminar mientras descubre un mundo extraño, tan ausente como el anterior: las miradas aquí son igualmente vacías.

Se aleja y en su paso se topa con un gato lastimado, a punto de morir. Es negro, gordo y cariñoso. Lo toma en su regazo deseando que los ángeles escuchen...

Pero ya es muy tarde:
la vida siempre está ausente.

viernes, enero 14, 2005

Receta para Melancolía.

Ingredientes:

1 tarde gris, sin matices azules en el cielo.
1 disco de Lamb, Coldplay o Placebo.
1 espejo.
4 añejos recuerdos de los días de anhelos compartidos.
1 voz baja.
1 gato dormilón echado sobre la cama.
Viento y soledad al gusto.

Modo de preparación:

Coloque al individuo en una posición cómoda, sentado o reposando sobre el piso, de frente a la tarde gris. Ponga música a un nivel considerablemente alto, sobre todo si es de Placebo. Entonces comience a entonar una canción en voz baja, vire la cara hacia el espejo y evoque los recuerdos indicados.

Acérquese al gato dormilón y comience a acariciarlo... Deje que el viento invada la habitación y dé cuenta de su soledad.

La melancolía se producirá al instante.

Repita este procedimiento tantas veces como sea necesario, sobre todo en otoño e invierno.
Y con cierta frecuencia, también dése tiempo de vivir.

miércoles, enero 05, 2005

Blank pages.

We were born, met the world, and for the first time, saw faces and the masks the others wanted to show us. We learnt to wear our skin and disguise our soul, while the masks were going and coming in Time.

There were the shortest nights.

Then we learnt to walk alone, and the Life that no one taught us, all those hidden masks, came for free to us. We wandered in the streets around the world, sometimes running fast, sometimes falling down, always raising again. Thus we met love and sex, and we shared our spirit. Those were the vivid masks I have ever seen.
Any kiss, any hug, any orgasm, any suckin' dick... Are just memories by now.
The masks became pale, the footsteps moved away on the streets, I closed my eyes...
There were the longest nights..
And at the end of all those moments in Life, we sleep and awake once again.
I don't think no one's life it's just a stuff of experiences, footsteps, dreams, hopes, and kinds of shit ready to go into void.
Quite the contrary: are hidden and twisted lines waiting to be written and read by someone else.
Do you got some blank pages for me?

Loneliness... Silence... Death.
Why did we come to breath, and walk, just passing trhough crossroads no one ever walked before?

To see the lights that went out too fast, in the depths of melancholy. To feel angst and to burn ashes, To die surrounded by distant memories. Just the time between us, just the never told stories I have written until now.
Ivan Barr.

martes, enero 04, 2005

Año 2005: Entre el mañana y el nunca más.

¡El Tiempo es tan ficticio e irrelevante cuando se tienen 24 años!

Y no escribiré más. Este año se narrará con canciones de Moz.

Morrissey es para mí lo que Jesús a los cristianos, lo que Bin Laden a los extremistas islámicos y lo que Bush a los idiotas.