jueves, diciembre 21, 2006

Trilogía de diciembre, parte III: La alfombra brillante.

"Ahhh, seasons change with the scenery
Weaving time in a tapestry
Won't you stop and remember me
At any convenient time
Funny how my memory slips while looking over manuscripts
Of unpublished rhyme
Drinking my vodka and lime...

But look around, leaves are brown now
And the sky is a hazy shade of winter"
Simon & Garfunkel, Hazy shade of winter.

Una vez más, el invierno boreal ha llegado, y con él, una espesa bruma se extiende sobre las montañas en ambos lados del Atlántico: tantas celebraciones aniquiladas. He caminado todas estas noches sintiendo el frío lapidante contra mi rostro. Y luego sintiendo la ausencia... Y después, padeciendo la existencia.

Me parece estúpido e irreverente que los Seres Humanos (la simple expresión me fastidia, pues muchos "no son", y otros tantos, son sólo "infrahumanos", sean capaces de experimentar emociones tan intensas, sin poder compartirlas.

Pensamientos así me abordan mientras camino, cuando a lo lejos, en las inmediaciones de las calles vacías y las postrimerías del otoño, un pequeño gato pinto me observa con cautela. Me mira de frente produciendo un contrarreflejo, y durante unos segundos, me comparte el privilegio de apreciar el infinito.

Es ahí donde se oculta el último, –quizás único–, arte: que nos hace capaces de vivir y sentir.

...En otro tiempo, los viejos ermitaños le llamaban "Tapetum Lucidum", la Alfombra Brillante. Y sólo los espíritus oscuros pueden apreciarlo hoy en día, (si comprenden el lenguaje visual de un gato a medianoche).

Todos los recuerdos, los sueños y los anhelos se ocultan ahí.

¿Alguien puede cobijarlos?

1 comentario:

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Quiero creer que sí y que hay música en ese cobijo, hasta el fin...