lunes, abril 16, 2007

Notas para ella, desde un lugar lejano.

"Now in my solitude
I tend the flowers that I buy
As they slowly fade and die
Watered by the tears I cry".
Scott Walker, Angelica.

De viaje en el autobús, bordeando las aguas gélidas del Océano Pacífico e internándome en las montañas nevadas, me he tomado unos minutos para escribirte.

Desde que arribé a este sitio, me aborda el sentimiento extraño de que pertenezco a este lugar.

Existe una energía indescriptible (y una magia) en estas tierras. Por primera vez en varios años, quizás sólo comparable a las tardes cuando el viento frío del Norte inquietaba nuestras tierras montañosas, me siento satisfecho, en paz conmigo mismo. Creo que mi Dios, (que es toda esa energía natural que nos permite ser capaces de transmitir vida, compartirla y apreciarla en cada ser viviente), mora cerca de aquí, bajo las auroras boreales.

Pienso mucho en tí y me gustaría que vieras estos paisajes con tus propios ojos, que me abrazaras, me cubrieras y te sentaras junto a mí. Pienso en tí, en todo momento. Traigo a la mente esas tardes soleadas de playa en 1985... Cada vez que recuerdo esas imágenes, me doy cuenta que era un tipo muy feliz, estando contigo. Si tuviera que perpetuar una imagen asociada contigo en mi memoria, sería precisamente ésa.

Pienso también en todas las espirales que han dado cauce a mi vida a lo largo de estos años, y en todas las personas que sabiéndolo, o sin saberlo, me han traído hasta aquí. (También en aquellas quienes de mal modo, me lastimaron y me dieron la espalda). Pienso en todos ellos, por un instante... Y de verdad, a todos ellos les agradezco.

Ahora, (aunque sea por un momento y desde aquí), soy capaz de sonreír y valorar un instante como éste, con esa energía que me diste hace 26 años y que justo ahora, se fusiona con el entorno.

Me entristece un poco, y me brotan lágrimas al saber que no estás físicamente aquí, pero en el fondo, sé que no es así: esa misma energía que nos une, y nos hace ser tan parecidos, brota en este lugar. A través de mis ojos puedes ver y a través de mis líneas puedes imaginar este sitio, (incluso podrías pensar que tienes 26 años de nuevo y te detienes frente al Océano, para apreciar el camino hacia las montañas nevadas, y pintas una imagen sobre el lienzo, como solías hacer años atrás: del cadmio al malva, del cian al blanco...

De cierta forma, estás en cada parte de mí: en el olor a humedad, en el viento fresco que sopla y se interna en el bosque lluvioso... Estás conmigo siempre, porque la vida está aquí.

Cuando llegue el momento de distanciar nuestros cuerpos definitivamente, deberás alegrarte aún más: porque seremos más fuertes y nuestros espíritus caminarán juntos, primero en nuestro viejo bosque de niebla, y después aquí, en el bosque lluvioso.

Por ahora, y a unos cuantos kilómetros de lejanía, te doy gracias por estar aquí, y por internarte en estas líneas.