Tenía que hablar de esto.
No fui un niño-fan nerdo de Star Wars, de esos que se pasaban las tardes jugando con sus muñequitos, leyéndose los libros y aprendiéndose o haciendo conjeturas sobre la vida de alcoba de los personajes que salieron unos cuantos segundos en la saga, sin embargo, y ante el furor que se está viviendo, (que por supuesto, me contagia), debo confesar que le guardo un afecto muy entrañable al emperador Palpatine.
Es un personaje perfecto, sin duda.
A menudo he pensado que se le relega: los fans promedio centran su atención en Darth Vader, quien sí es destacable, por supuesto, pera a fin de cuentas Star Wars es la historia de su vida y hasta él funge como lacayo de Palpatine.
Palpatine es único: esa voz, su malicia, su modo de tratar a los demás (y después, aniquilarlos), su aspecto demacrado: el terror en sí, aunque muriera (al menos en los filmes) traicionado por su discípulo, (y luego clonado, según los libros, y revivido de nuevo, y al final, tal parece, borrado de una vez por todas por Luke Skywalker).
Sin embargo, esta vez, disfruto su vigencia colectiva. Me gustan esos momentos del cine en que vas con la emoción de reencontrarte con un personaje añorado, y cuando lo ves en pantalla, quieres poner pausa y repetir infinidad de veces la secuencia donde aparece (y que se jodan todos los demás.)
Esta noche, por fin, veremos qué sucede...
Si llegara a ser anciano, me gustaría lucir como Palpatine.
(Si Ratzinger lo logró, por qué yo no).
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