Justo en medio.
Es una noche cyan, llena de sueños y orgarmos que tapizan las paredes. Allí, de pié, en una habitación vacía, frente a un inmenso ventanal, la luna se alza, imponente, en la escena.
Justo en medio.
Es una habitación vacía. Conozco cada rincón, conozco sus límites, sus bordes y sus secretos. He recorrido cada centímetro, y tocado cada extremo. A veces he caminado sin dar un solo paso. Otras he muerto, a menudo olvidando vivenvias.
Justo en medio.
Las paredes son blancas, pero infunden cierto calor: el lánguido suspiro de la confianza. Observo un poco más allá del ventanal: el parque se adentra escondiendo misterios, profecías que han de cumplirse y maldiciones del destino.
Justo en medio.
Y alrededor, fuera de los límites de la construcción, sólo hay tumbas. Grietas y lápidas abiertas, testimonios de momentos compartidos, manchas de semen, de bilis y sangre.
Justo en medio.
Me percato: me encuentro cayendo, es un pozo infinito, sin fondo: es la vida misma.
Y desde allí, un arcángel me susurra, sugiere que levante la vista, y entonces me percato que incluso desde el pozo más infame, pueden observarse las estrellas.
Brillan con intensidad, gimen y ríen, cantan a los espíritus etéreos, justo en medio del cielo cian.
Con un simple impulso, podría alcanzarlas.
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