sábado, enero 07, 2006

Enero, al final de todos los caminos.

Caminé durante unas dos horas bordeando al río, cuesta arriba, y llegué a un punto desolado, desconocido para mí. Había mucha vegetación y el paso era inaccesibe. Tras una gran roca se levanta un promontorio, y entonces el río se adentra en las montañas, impidiendo el paso a los humanos, resguardando ocultos los nacimientos de su caudal.

Fue en ese sitio en donde me detuve y reflexioné unos momentos, sobre si el final de todos los caminos es en realidad un principio, un crucero o un retorno.

Supongo que eso se le regala a cada cual.

Para mí, será un principio.

Es cierto. Mi peor adversario no era un espíritu, ni una sombra, ni un espectro escondido en la memoria: era yo.

Al fin ahora he comenzado a perdonarlo.

"Somos nosotros mismos quienes convocamos lo que más tememos"
Sylvia Plath.

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