"No soy yo quien sufre en el mundo,
sino el mundo el que sufre en mí"
Émile Cioran.
sino el mundo el que sufre en mí"
Émile Cioran.
Émile Cioran (y como él, nadie) escribió algunos de sus aforismos y ensayos más celebres desde los búnkers y refugios de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis ocuparon París. Bertolt Brecht padeció las dos conflagraciones mundiales del siglo pasado y se inspiró en ellas para montar sus obras. Jean Paul Sartré fijó sus posturas críticas y en buena medida existencialistas gracias a su incursión forzada en la milicia durante tiempos de guerra. Albert Camus capturó la esencia de los tiempos de angustia en su narrativa más insigne, a partir de los hechos bélicos en que se vio involucrado...
De modo similar, puede rastrearse el reflejo de los tiempos en autores de las más diversas nacionalidades, desde Norman Mailer a Günter Grass, e incluso en los ámbitos más diversos, acaparando la fotografía, el periodismo, las bellas artes, las artes aplicadas y el quehacer científico.
Esta insuficiente y superficial enunciación de autores "agrios" e imprescindibles, viene a cuenta de una reciente sesión histórica de vino y música con Biógrafa Chú: inmersos en el fulgor etílico, nos hemos percatado de cuánta falta nos hace padecer 'el horror de los tiempos' como espectadores-creadores y ciudadanos del mundo.
Lejos de lo que a simple vista pudiera parecer, no es una idea descabellada.
Algunos espíritus románticos (y que quede claro, al expresar 'romántico' no me refiero al sentido que le otorga esa estúpida parafernalia y que lo relaciona con el amor y la filantropía, sino todo lo contrario, asociándolo con la melancolía, la guerra, la muerte, el caos, la soledad, la angustia, la depresión, el desamor y el sexo como arma de doble filo), necesitamos urgentemente de una Conflagración Ecuménica, una serie de situaciones fuera de control, carentes de orden y de sentido que nos brinden material para crear relatos urgentes.
A fin de cuentas, a nivel histórico, el hombre lo único que sabe hacer es dividir y dar batallas. Y seguramente, si exceptuamos las necesidades fisiológicas, es lo único que no ha dejado de hacer desde que evolucionó como Homo Sapiens-Sapiens.
Una guerra cruenta al borde de la aniquilación, de consecuencias perturbadoras y alcances inimaginables, es inevitable. Lo único que nos preguntamos es cuándo será y de dónde provendrá la chispa que avive el fuego. ¿De Oriente o de Occidente? ¿De un país cristiano, islámico o adoctrinado en el materialismo dialéctico? ¿Del hemisferio boreal o el austral?
¿Qué suceso debe acontecer en estos tiempos para iniciar una Guerra a gran escala, si tan sólo en los últimos años se han destruido símbolos de poderío económico, político y militar, y ayer, por ejemplo, se destruyó un santuario religioso?
Contrario a lo que se espera, el hecho podría ser tan absurdo y saturado de intereses oscuros, como el que ha provocado las guerras de intervención en Afganistán e Iraq. O quizás un pretexto malintencionado, como aquellas balas que en 1914 detonaran en Sarajevo el inicio de la Primera Guerra Mundial.
Por cierto, leyendo al respecto y buscando información en la red, encontré una foto actual y un artículo de la esquina donde se perpetró el asesinato al heredero del Imperio Austro- Húngaro en 1914. Noventa y dos años después, el suceso apenas se menciona en una placa de mármol. Cualquier testimonio que hubiese podido perdurar fue borrado del sitio por las autoridades de la República Federada de Bosnia Herzegovina, que omite el hecho en sus efemérides para evitar recaer en conflictos étnico-religiosos.
Queda pues, patente esa bien conocida sentencia de que, "Quien no conoce su historia, está obligado a repetirla".
Que así sea.
1 comentario:
Hola,
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Saludos
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