¿Por qué la vida no es como una vieja entrega de premios?
Hasta hace algunos años, esos eventos creados y calculados a la medida de las necesidades emotivas de un telespectador me parecían estimulantes, en cambio últimamente, son bastante soporíferos.
Hasta hace algunos años, esos eventos creados y calculados a la medida de las necesidades emotivas de un telespectador me parecían estimulantes, en cambio últimamente, son bastante soporíferos.
No tengo acceso a los buenos premios, y si no son los buenos, cuando menos son los que me podrían interesar: la Gala de los Nobel, los Right Livelihood Awards (Nobel Alternativos), los Brit Awards, Los Goya, los Meteor Awards, la Mostra di Venezia o el Festival de Cannes. Así que en esta región del mundo y a expensas de los medios masivos occidentales, tengo que conformarme con las 'gringadas' que provee la Televisión por Cable.
Y las 'gringadas', como es de esperarse, van de mal en peor.
Hace apenas tres años, los Grammys se lucían abriendo con Paul Simon y Arthur Garfunkel entonando The Sounds of Silence, y con ello, trayendo de vuelta, cuando menos por un instante, un 'old tune' para las nuevas generaciones , uno de los temas insignes en la historia del rock, ad hoc para los momentos que se vivían en esos días. (La Coalición Occidental liderada por los Estados Unidos había invadido Iraq apenas unas horas antes). Esa entrega de premios, al igual que la de los Oscars de ese año se convertirían en foros de repudio público contra la Invasión: Coldplay con todo y los gemidos angustiantes de Chris Martin entonaban Politik, un clamor hacia los políticos (Give me time and give me space/ Give me real, don't give me fake/Open up your eyes!), y en un tributo de antología, Elvis Costello, Bruce Springsteen y varios músicos más interpretaban el himno subversivo de la era Punk London Calling, como homenaje post mortem a Joe Strummer.
Salvo esos momentos de gloria frente al televisor y algunas otras curiosidades esporádicas, como apreciar el vestido de cisne de Björk, ver a Annie Lennox ganarse un Oscar dedicándolo al finado Michael Kamen, o percatarme que Neil Diamond y Willie Nelson siguen contándose en el mundo de los mortales, estas premiaciones tienden a convertirse en una mierda.
En específico, y recapitulando los 48° Grammys que se entregaron ayer, ¿por qué carajos entregaron (eso sí, bastante merecido) el Lifetime Achievement Award a David Bowie y sólo hicieron una mención superficial al respecto, mostrándolo en un video setentero?, ¿y lo mismo con Jessye Norman?, ¿Y en cambio, dedicaron buena parte de la noche a presentar pura música-basura?
¿Por qué U2 suelen ganarse los premios principales cada vez que los nominan? (Que en los últimos años, ha sido frecuentemente).
Yo crecí escuchándolos. Estoy de acuerdo en que hayan premiado a The Joshua Tree como el álbum del año en 1987, cuando en verdad lo merecía, como también lo habrían merecido The unforgettable fire o War. Y en cierta forma, también me agradó que premiaran a Achtung Baby en 1994.
¿Pero en 2006, premiar a How to dismantle an atomic bomb, cuando U2 son más pregoneros altruistas que músicos?
En fin, esto de las premiaciones se está convirtiendo en un tedio insoportable.
Y las 'gringadas', como es de esperarse, van de mal en peor.
Hace apenas tres años, los Grammys se lucían abriendo con Paul Simon y Arthur Garfunkel entonando The Sounds of Silence, y con ello, trayendo de vuelta, cuando menos por un instante, un 'old tune' para las nuevas generaciones , uno de los temas insignes en la historia del rock, ad hoc para los momentos que se vivían en esos días. (La Coalición Occidental liderada por los Estados Unidos había invadido Iraq apenas unas horas antes). Esa entrega de premios, al igual que la de los Oscars de ese año se convertirían en foros de repudio público contra la Invasión: Coldplay con todo y los gemidos angustiantes de Chris Martin entonaban Politik, un clamor hacia los políticos (Give me time and give me space/ Give me real, don't give me fake/Open up your eyes!), y en un tributo de antología, Elvis Costello, Bruce Springsteen y varios músicos más interpretaban el himno subversivo de la era Punk London Calling, como homenaje post mortem a Joe Strummer.
Salvo esos momentos de gloria frente al televisor y algunas otras curiosidades esporádicas, como apreciar el vestido de cisne de Björk, ver a Annie Lennox ganarse un Oscar dedicándolo al finado Michael Kamen, o percatarme que Neil Diamond y Willie Nelson siguen contándose en el mundo de los mortales, estas premiaciones tienden a convertirse en una mierda.
En específico, y recapitulando los 48° Grammys que se entregaron ayer, ¿por qué carajos entregaron (eso sí, bastante merecido) el Lifetime Achievement Award a David Bowie y sólo hicieron una mención superficial al respecto, mostrándolo en un video setentero?, ¿y lo mismo con Jessye Norman?, ¿Y en cambio, dedicaron buena parte de la noche a presentar pura música-basura?
¿Por qué U2 suelen ganarse los premios principales cada vez que los nominan? (Que en los últimos años, ha sido frecuentemente).
Yo crecí escuchándolos. Estoy de acuerdo en que hayan premiado a The Joshua Tree como el álbum del año en 1987, cuando en verdad lo merecía, como también lo habrían merecido The unforgettable fire o War. Y en cierta forma, también me agradó que premiaran a Achtung Baby en 1994.
¿Pero en 2006, premiar a How to dismantle an atomic bomb, cuando U2 son más pregoneros altruistas que músicos?
En fin, esto de las premiaciones se está convirtiendo en un tedio insoportable.
In God they trust.
(I trust myself).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario