Aturdido.
Me he enfrascado a pensar y repensar sobre El fin del Mundo, no en una acepción particular sino en todas las posibles, concibiendo escenas y luego secuencias, creando y evocando emociones, personajes, situaciones, atmósferas, tramando el hilo narrativo de mi proyecto...
Luego me arrojo voluntariamente al abismo de la melancolía. Exploro más allá de los sentimientos que unos cuantos segundos atrás creía incapaces de albergar...
Por último, recurro al sexo. Lo vivo, lo comparto, me masturbo...
Y por fin, mezclo estos tres metarrelatos: hilvano la historia final y la redacto.
¿Qué encuentro?
Respuestas, dilucidaciones, axiomas.
Compruebo que mi existencia (ya como autor y no como personaje), cobra sentido mediante puntos dispersos, no mediante líneas.
Deber ser porque los humanos resguardamos en los adentros de nuestro espíritu la misma forma que nuestra galaxia: la de una espiral que alternando puntos de luz y de oscuridad brinda equilibrio al cosmos.
Me he enfrascado a pensar y repensar sobre El fin del Mundo, no en una acepción particular sino en todas las posibles, concibiendo escenas y luego secuencias, creando y evocando emociones, personajes, situaciones, atmósferas, tramando el hilo narrativo de mi proyecto...
Luego me arrojo voluntariamente al abismo de la melancolía. Exploro más allá de los sentimientos que unos cuantos segundos atrás creía incapaces de albergar...
Por último, recurro al sexo. Lo vivo, lo comparto, me masturbo...
Y por fin, mezclo estos tres metarrelatos: hilvano la historia final y la redacto.
¿Qué encuentro?
Respuestas, dilucidaciones, axiomas.
Compruebo que mi existencia (ya como autor y no como personaje), cobra sentido mediante puntos dispersos, no mediante líneas.
Deber ser porque los humanos resguardamos en los adentros de nuestro espíritu la misma forma que nuestra galaxia: la de una espiral que alternando puntos de luz y de oscuridad brinda equilibrio al cosmos.
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