sábado, diciembre 01, 2007

Bonnie Tyler: Entre recuerdos selectos y gustos bizarros.

Existen determinados recuerdos que se almacenan en “archivos selectos” de la memoria humana. Estos recuerdos no forman parte de “grandes momentos inolvidables”, ni de los que nos abruman varias veces en un día, no.

Me refiero a cierto tipo de vivencias aparentemente intrascendentes, que por alguna razón, quedan grabadas en un espacio recóndito y por poco, podrían caer en el olvido… Si no fuese porque en fechas posteriores algún olor, imagen, sonido o sensación los “extrae” de su escondite y los “refresca”. Justamente en estos días he pasado por algo así.



Buscando imágenes de discos de vinilo en Internet, me topé con uno que de inmediato me trasladó a un pasaje distante, en algún momento de los primeros años Ochenta:

Tenía cinco o seis años y estaba de visita en la casa de algunos conocidos de La Mujer sin Sonrisa. Me encontraba sentado sobre el piso, en cunclillas, y revisaba uno a uno los discos que estaban acomodados verticalmente en una especie de mueble-tornamesa color caoba con grandes bocinas cuadradas (un artefacto común en esa época). Algunos en especial llamaron mi atención: mostraban a una mujer a bordo de un automóvil amarillo, dentro de las facetas de un diamante (¡!) —, recuérdese aquella frase célebre de que en los Ochenta nada tenía sentido”—, y con el rostro en primer plano sobre un fondo negro.

Más aún, recuerdo el olor a cartón de las envolturas, así como haber desenfundado uno —con la debida caución para no rayarlo— y colocarlo dentro del tornamesa. Incluso puedo rememorar el hiss, aquel sonido rasposo que producía la aguja sobre los discos de vinilo; pero sobre todo, recuerdo de modo inalterable un aspecto: la inconfundible voz de Bonnie Tyler.


Era una voz muy singular, desgarrada, áspera y potente. Y al menos, eso sí trascendió, pues por más de dos décadas, y a pesar de que sea un referente casi desconocido para la mayoría de las personas con quienes convivo por ahora, la continúo escuchando. Es una lástima que en América sólo se le recuerde por dos o tres temas (que lograron colarse en los charts de aquellos años) y de entre estos, porque Total Eclipse of The Heart, indiscutible clásico de los 80’s, tuviese uno de los videos más extravagantes e irreverentes que jamás se hayan realizado.

Pero la galesa Bonnie Tyler tiene varias grabaciones que merecen ser revaloradas, y que abarcan desde un sonido country, blues, disco y pop de finales de los años Setenta —It’s a heartache, Lost in France, More than a lover, Goodbye to the island, Sitting on the edge of the ocean, The world is full of married men— a verdaderas “obras maestras ochenteras”, como las canciones que compuso y le produjo Jim Steinman —Total Eclipse of the Heart, Lovin’ you’s a dirty job (but somebody’s gotta do it), Ravishing, Faster than the speed of night, Making love (out of nothing at all)— e incluso algunas rarezas, como un tema con Mike Oldfield (Islands), con Meat Loaf (A kiss is a terrible thing to waste) y con Cher (Perfection).

Supongo que muchas personas tienen esos “chispazos” de los recuerdos selectos que luego se convierten en gustos bizarros. Y ahora que lo pienso más a fondo, es curioso cómo suelen estar relacionados con insignes voces femeninas reconocidas en otro tiempo: por ejemplo, Nick Cave tiene a Marianne Faithfull, Michael Stipe a Patti Smith, Neil Tennant a Dusty Springfield, Morrissey a Sandie Shaw, Jack White a Loretta Lynn, Jean Marc Vallée a Patsy Cline, Pedro Almodóvar a Sara Montiel… Y la lista podría seguir con un largo etcétera.

Pues bien, yo tengo entre mis recuerdos selectos a las portadas de los discos de vinilo, y entre mis gustos bizarros, a Bonnie Tyler.




1 comentario:

Eduardo Jácome Moreno dijo...

que onda men, como te va?, ya no te he visto conectado al msn... me tienes que contar como estuvo la paryyyyyy :) sobres, seeya.

por cierto el video de bonnie tyler esta chidisimo.