pues será lo más cerca que estarás de él…”
Morrissey, November spawned a monster .
Punto obligado de referencia —y reverencia— para músicos como Noel Gallagher de Oasis, Jarvis Cocker de Pulp, Brett Anderson de Suede y Brian Molko de Placebo (por citar unos cuantos), Steven Patrick Morrissey no sólo se levanta como un icono de lo que un día fue glorioso llamar ‘música alternativa’, sino también como una especie de gurú para miles de seres inconformes, carentes de optimismo, recurrentemente tristes y hasta misantrópicos, o —lo que es lo mismo—para la gran mayoría de seguidores del indie pop durante los últimos 20 años.
I. Morrissey, la música y su voz
A decir verdad, no presto demasiada atención a los anuncios emergentes de la Internet. En un mundo donde diariamente se aplican más sondeos que vacunas contra la malaria, poco me importa perder el tiempo leyendo trivialidades. Sin embargo, esta vez el encabezado me provocó una tentación desmesurada: decía algo así como “la canción más deprimente de la historia” y enumeraba una lista de temas votados por 5,000 radioescuchas de la BBC, entre los que se incluían Everybody hurts de REM, Pictures of you de The Cure y China de Tori Amos. El sitio de honor lo ocupaba I know it’s over, de los Smiths —el grupo del que Morrissey formó parte junto a Johny Marr, Andy Rourke y Mike Joyce, de 1982 a 1987—. Mi sorpresa no fue menor, pero tampoco aislada: es comprensible que un tema que inicia con la frase “mamá, puedo sentir el suelo cayendo sobre mi cabeza” en la voz de un Morrissey capaz de transmitir angustia y compasión llevando estas emociones hacia un terreno irónico, fuera tomado en cuenta por más de una persona.
I. Morrissey, la música y su voz
A decir verdad, no presto demasiada atención a los anuncios emergentes de la Internet. En un mundo donde diariamente se aplican más sondeos que vacunas contra la malaria, poco me importa perder el tiempo leyendo trivialidades. Sin embargo, esta vez el encabezado me provocó una tentación desmesurada: decía algo así como “la canción más deprimente de la historia” y enumeraba una lista de temas votados por 5,000 radioescuchas de la BBC, entre los que se incluían Everybody hurts de REM, Pictures of you de The Cure y China de Tori Amos. El sitio de honor lo ocupaba I know it’s over, de los Smiths —el grupo del que Morrissey formó parte junto a Johny Marr, Andy Rourke y Mike Joyce, de 1982 a 1987—. Mi sorpresa no fue menor, pero tampoco aislada: es comprensible que un tema que inicia con la frase “mamá, puedo sentir el suelo cayendo sobre mi cabeza” en la voz de un Morrissey capaz de transmitir angustia y compasión llevando estas emociones hacia un terreno irónico, fuera tomado en cuenta por más de una persona.
Es precisamente esta cualidad la que convierte a Morrissey —o ‘Moz’, ya entrando en confianza—, en una de las voces indiscutiblemente singulares de la escena musical contemporánea —ya sea para bien o mal—. Lo mismo se trate de temas melódicos de su era con los Smiths (This charming man, Panic, Girlfriend in a comma, Bigmouth strikes again…) que en canciones al más puro estilo rockabilly de los años 50’s (I know it´s gonna happen someday, Sing your life, The loop) o solemnes interpretaciones extáticas (Interlude, —un orquestral dueto con Siouxsie Sioux—, Will let you know, Come back to Candem…) la voz de ‘Moz’ cobra la sutil fuerza necesaria para convertirse en protagonista de los temas que relata.
II. Morrissey, la poesía en el pop
Una trayectoria que incluye cinco años con los Smiths (con quienes grabó albumes idílicos de la talla de Meat is murder y The queen is dead, citado a menudo como uno de los trabajos discográficos imprescindibles en el rock/ pop contemporáneo) y diez producciones en solitario —comenzando con Viva Hate, de 1988 hasta You are the quarry, salido en mayo de este año—, avalan al nacido en Manchester como uno de los cantautores más emblemáticos de su generación.
Las letras de sus canciones constituyen relatos cargados de dolor, de angustia, de ironía… Van de sensibles experiencias personales, “Last night I dreamt that somebody loved me” (Anoche soñé que alguien me amaba, el simple título nos da una idea…), I have forgiven Jesus (Jesús me hizo daño cuando me abandonó, pero ya lo he perdonado…) a manifiestos ásperos que acentúan sus convicciones personales “America is not the world” (En América, tierra de la libertad, el presidente nunca es negro, una mujer o gay…), “Irish blood, english heart” (“He estado soñando con el tiempo cuando ser inglés no era algo destructivo y postrarse frente a la bandera no resultaba vergonzoso, racista o tendencioso…”). Su genialidad como compositor lo hace crear una serie de ‘himnos ácidos’ que conduce al público a apropiarse de sus letras.
III. Morrissey, el personaje en torno a sí mismo
¿Qué clase de fuerza suprahumana es capaz de agotar en cuestión de minutos las entradas para un concierto, lo mismo en Glastonbury que en Los Ángeles o Sydney? Aún más, ¿convocar a un público de lo más homogéneo en Santiago de Chile, Buenos Aires, incluso en la Ciudad de México, como sucedió la noche del 24 de marzo del año 2000?
Es la misma fuerza de aquel tipo que impuso la moda de arrojar gladiolas al escenario, el mismo que en su momento declaró que el mundo sería más interesante si le dispararan al príncipe Carlos, que Tony Blair es la persona más idiota que ha conocido y más recientemente que prefería ver muerto a Bush en vez de Reagan.
De temperamento esquivo hacia los medios (principalmente los ingleses), Morrissey se ha mostrado por más de 20 años como una mutación bizarra de Elvis Presley con copete de James Dean, dos de sus ídolos personales. Fanático confeso de los New York Dolls (de quienes escribió una biografía) y lector compulsivo de Oscar Wilde, Moz ha creado un personaje arquetípico en torno a sí mismo. Acérrimo defensor del vegetarianismo y los derechos de los animales —buena parte de sus regalías por vender discos son donadas a la fundación PETA (People for the Ethical Treatment of Animals)—, en más de una ocasión ha alzado la voz en contra de todo aquello que le disgusta: sea la monarquía inglesa, el brit pop, e incluso los últimos discos de David Bowie —bien dicen que perro no come perro—.
El exceso de sarcasmos y el humor negro que caracterizan a sus entrevistas, (“lo único favorable que comentará la prensa británica es mi muerte”, “¿Acaso no somos todos una pareja de rusas lesbianas?”) contribuyen a alimentar el mito de este artista de culto, junto con un sinnúmero de adjetivos que han intentado desacreditarlo: soberbio, racista, subversivo, ambiguo sexual, célibe... Acusaciones a las que en alguna ocasión respondió: "Todo lo que uno quiere, lo único, es conocerse a sí mismo."
IV. El fan de Morrissey
El que escribe estas líneas puede jactarse de decir que nació el año en que malmurió John Lennon, creció escuchando a los Depeche mientras apreciaba el divino absurdo de Cyndi Lauper, desgarró la garganta junto a Kurt en ese aguerrido ‘a deniaaaaaaal” con que terminaba Smells like teen spirit… Y durante esos años, como ahora, más allá de modas, mutaciones y clonaciones musicales, hace perdurar la voz de Morrissey en su cabeza.
Tal como ocurre con muchas personas cuando escuchan “I know it´s over”, por estas tierras debe existir una buena cantidad de penitentes quienes se han nutrido de esa voz, y precisamente a ellos me resta preguntar: ¿qué habría sido de nuestros días sin Morrissey?
1 comentario:
¿Quién es Ivan Barr?
Regla básica para investigarlo: Lee sus líneas y lo sabrás... Ya guardé la dirección de su blog en "mis favoritos" para leerlo con calma un buen día en el que la soledad venga a buscarme.
¿Por qué leer a Ivan Barr?
Por causalidad (léase que no fue CAsualidad.) Clickeando al azar, el destino me llevó a su blog; las palabras "escritor", "diseño", "fotógrafo", sus frases de día, sus gritos silenciosos y su delicioso vocabulario (entre otras cosas como -he de confesar- el idioma español) atraparon mi atención.
Ayer por la noche vi imágenes que arrancaron lágrimas de mis entrañas. Lo único que seguro me animaría: leer sobre mi pasado; un pasado narrado por el personaje principal: YO. Pues nada, me quedé dormida con los ojos encharcados... pero hoy!! HOY leí un poco sobre el pasado de un 'paisa' del que no conozco más que su apellido (que supongo y espero sea ese... me gustó). La siguiente pregunta es:
¿Ivan Barr me leerá?
No dudes de ello. Los amantes de las letras no soportamos mucho tiempo sin revisar rincón por rincón tratando de hallar algún indicio de respuesta a nuestras palabras.
Hoy me iré a dormir preguntándome una y otra vez quién podrá ser ese tal "Ivan Barr"... o quizá sólo me lo pregunte un par de veces antes de que los sueños me invadan y paralicen.
Un brindis por tus letras, Ivan!
Volveré.
Publicar un comentario