Las campanas tañeron al unísono, como si de una celebración se tratase.
En uno de esos curiosos instantes que la vorágine de los tiempos concede a cualquier ciudadano "X" para ser partícipe de su época, las campanas intentaron apaciguar a las almas en pena que deambulamos por el mundo.
Pero, ¿regocijando qué? Solemnes en sus torres, altivas sobre suntuosos palacios de arcilla, recubiertos de oro; rodeadas de imágenes, que ostentan el glamour de la penitencia, hasta el día del Juicio.
Este mundo, no se termina de acabar.
¿Es parte del primer truco de La Gloria del Olivo?
Se va un inquisidor y lo suple otro. Y las putas, (y los putos), y las violadas, ¿y los niños violados con sotanas?, y los infames no nacidos, y los que habrán de nacer, y los que ya nacieron... Ellos no entrarán al reino de los ídolos, donde las estatuas de porcelana sostienen una cruz de roble.
Lástima, nos perderemos del espectáculo.
A ver si alguien me avisa cuál fue el rating del Día del Juicio, voy a estar recluido en una taberna, leyendo relatos nórdicos y acicalando a un gato.
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