sábado, marzo 18, 2006

110 km/hr, y luego cero.

"Take me out, tonight
Where there’s music and there’s people
And they’re young and alive..."
The Smiths, There is a light that never goes out.


Dos tipos alejándose en la carretera a medianoche. ¿Huyendo? ¿Abandonando la urbe unas cuantas horas?

Eso es lo que menos importa ahora.
A medida que el auto avanza, las luces de la mancha urbana se empequeñecen como todos esos recuerdos y pensamientos sutiles que ajetreaban la mente apenas minutos antes. Por un instante, sólo existen 'el aquí y el ahora' que tanto cuestan conseguir, y valorar. El viento refresca algo más que el interior del auto y con él, la tensión sexual se acumula. Materia para los sueños (y los orgasmos).
Después, deviene la parte más predecible y sin embargo, menos trivial. ¿Sabes por qué? Porque justo cuando pensaba que ya era suficiente, que había llegado al máximo punto extático, el inicio perfecto entre los inicios, me doy cuenta que por una vez (y quizás de nuevo), estaba equivocado: ni siquiera todos estos momentos compartidos pueden compararse con los que he vivido conmigo mismo. Y doy gracias por ello.
Llegamos a 110 km/h y después regreso al punto cero, a la quietud que por una noche me pertenece sólo a mí y me motiva a acelerar mañana, de nuevo. Porque, después de todo... ¡Qué bien se siente!

Mientras tanto, gracias por estar y haber estado.

"And if a ten-tons truck
Kills the both of us
To die by your side
Well, the pleasure,the privilege is mine
Oh, there is a light and it never goes out..."

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