domingo, abril 16, 2006

La muerte de Dios.

"Jesus died for somebody’s sins...
But not mine."
Patti Smith, Gloria.

El fulgor que desató en ciertos círculos religiosos la reciente aparición del Evangelio de Judas, luego de unos 1,700 años extraviado u oculto, me provoca una sensación de 'estupor espiritual a conveniencia'.

Por un lado, me parece bastante jocosa la ingenuidad de varios pregoneros (católicos, en su mayoría) al considerar el documento histórico como parte 'de un plan premeditado para confundir y extraviar a los cristianos.'

¿Acaso para eso no existe ya la Iglesia Católica? Más aún, siendo ecuménicos y fraternales por un instante -como el profeta nazareno-, ¿Acaso no existe para eso cualquier Iglesia Cristiana?

Lo interesante y quizás propositivo del asunto es que, aunque sea durante unas semanas, mientras las facciones ultraconservadoras cristianas logran silenciar el caso, los medios fijan su atención en un tema más de moda, o Irán hace un berrinche atómico, (lo que suceda primero), continúan circulando exquisitos temas heréticos en el ambiente. Por un instante, términos como 'evangelios apócrifos', 'esenios' y 'gnosticismo' han salido de las Bibliotecas Históricas que pocos frecuentan hoy en día y se han incorporado a la conciencia colectiva.

Quienes desde hace años atrás nos internamos en la senda del gnosticismo, leímos los libros de Nag Hammadi, los de Qumram, el Libro de Enoch y otras prominentes fuentes narrativas (cuyo valor radica precisamente en serlo, no en respetar u ofender determinada tradición dogmática que de inicio es contradictoria y pueril), celebramos que se conozcan dichos testimonios, que se cuestionen, se interpreten, se ponderen y se diluciden. Que cada interesado conozca de primera mano dichos documentos.

Y sólo así, con suerte, pueda llegar a entender por qué la versión alternativa de cualquier relato puede llegar a considerarse herética e incluso, 'peligrosa'.

O qué, ¿no es más congruente creer en un Jesús -concibiéndolo como mero personaje histórico, como judío visionario, como líder espiritual, y no como Salvador Mesiánico ni todas esas interpretaciones tendenciosas y deformadas- que obliga a uno de sus discípulos a traicionarlo, en vez de uno que le anticipa su desgracia eterna?

¿No es más fiable un Jesús que predica "Parte un madero y allí estoy yo, levanta una piedra y me encontrarás"? y el que sentenció "Por lo que a mí se refiere, si ustedes supieran lo que era... Yo soy la Palabra que hizo bailar a todas las cosas y no me avergoncé de ello. Fui yo quien brincó y danzó. Amén."?

Y sobre todas las supercherías, las verdades a medias y la literatura fantástica que plaga a los textos cristianos, tanto a los canónicos como a los apócrifos, ¿no resulta mejor, eficaz e infalible pensar en el Jesús que enunció “El Reino de Dios está dentro de ti y te rodea y Dios no vive en templos de madera o piedra.?

Sea como fuere, resulta cierto que 'no existe peor ciego que aquel que no quiere ver'. Particularmente en México (al ser mi realidad inmediata), este refrán se hace patente. Peor aún, México es un país de ciegos voluntarios. Lo corroboré estos días: atestigué cómo cientos, quizás miles (pero en realidad millones) de fervientes devotos caminaban en solemnes procesiones, rezaban, ayunaban, portaban velas, se arrodillaban ante ídolos de yeso y porcelana, repetían las letanías impuestas hace cientos de años en vez de crear nuevas, escuchaban sermones mediocres de predicadores purpurados, ¡santificaban iconos, representaciones lastimeras de un profeta crucificado hace miles de años!

Y tras atestiguar durante unos minutos dichos montajes curiosos, me percaté de algo: el único ausente era Dios. La idea de Dios ha sido relegada, cuando no aniquilada. ¿Por qué? Porque es más fácil representar a Dios clavado en una cruz, rodeado de cúpulas y reliquias en altares suntuosos, escuchando y obedeciendo a otros Seres Humanos de vestimenta sospechosa y dudosa honorabilidad, que buscándolo y hallándolo en nosotros mismos.


(Para aquellos quienes aún dudaban, este post es una prueba fehaciente de que no sólo escribo sobre semen, melancolía y el fin del mundo. También escribo sobre la degradación espiritual de nuestro Tiempo, entre otras peculiaridades).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amén Iván !!!!
no puedo más que asentir con cada palabra enunciada.
formemos nuestro propio grupo, tu eres el que predica y yo recogo las limosnas jajajajajjaja
aaaah!! disfruté tanto leerlo !! una vez más me siento tan acompañada, menos sola...
Sughey