III.
Las cenizas del último día
Ciudad de México, verano de 2007.
Ocurrió cerca de la una de la tarde, aunque por supuesto, a medida que transcurrieron las horas y los días, las crónicas mediáticas se encargaron de fijar datos precisos, señalando cada acción, por muy intrascendente que resultase, como un acontecimiento previamente anunciado.
Si bien es cierto que los rumores supersticiosos abundaban en esas fechas, pregonando durante los meses previos una catástrofe inaudita, pocos fueron quienes, en el momento fatal, recordaron tales predicciones. En el fondo, después de haber crecido y superado tantas profecías incumplidas, resultaba difícil conceder a cualquier alma fatalista el beneficio de la duda.
Un primer movimiento brusco, pero todavía moderado, bastó para generar un desconcierto en los rostros de los transeúntes. La frase fatídica de “está temblando” emergió como una consigna unánime y repetitiva, antes de provocar gritos de pánico y crisis nerviosas; transcurrió un segundo, dos, tres… Treinta segundos que se hicieron eternos, y luego, una sacudida violenta zarandeaba la superficie de la tierra, removiéndolo todo. El movimiento oscilatorio, gradualmente intenso, trepidó de modo estrepitoso y duró más de tres minutos.
Desde una avenida, como supongo que sucedió en cualquier otro sitio, las imágenes resurgen de inmediato por ser vívidas y tétricas: uno a uno, los edificios de acero y concreto se balanceaban sin control, y de inmediato, varios de ellos colapsaron. Un poste de luz eléctrica se volcaba sobre un auto estacionado mientras los árboles crujían desde sus raíces. Transformadores de luz y tanques de gas explotaron, acrecentando el miedo.
A mitad del camellón central, rostros de terror y desconcierto reinaban en el semblante de las personas. Una anciana se arrodilló, suplicando palabras entrecortadas, alzando la vista hacia el cielo. Varios niños corrían sin rumbo fijo, crispados con lágrimas. Todos pedían e invocaban a Dios, a los santos, a quien fuese capaz en ese momento de controlar la tierra que rugía y partía el pavimento.
Un par de jóvenes permanecían sentados en una banca, abrazados con firmeza, petrificados del susto.
Lejos de aminorar, el movimiento brusco se incrementaba, y justo entonces, me atrevería a afirmar que la conciencia colectiva vislumbró la finitud. La tierra se agitaba con violencia, gimiendo en las profundidades del subsuelo, revolcando la superficie.
Y tras el sismo, todo: gritos, alaridos, el deambular de las sirenas, un olor incontenible a gas y a muerte e imágenes de angustia y caos se divisaban por doquier. No se había tratado de un terremoto, sino de un cataclismo.
La casona de la esquina, otrora un ejemplo de tiempos prósperos, se había venido abajo por completo. Nubes de polvo y humo se levantaban ahora sobre los escombros, mientras que debajo de estos, concreto, madera y horrendos miembros esparcidos dominaban la escena.
A unos cuantos pasos, entre los restos de lo que alguna vez fue el dintel de una ventana, sobresalía por su extrañeza un curioso dibujo: el esbozo de la tragedia, la representación de un sueño.
Los trazos básicos delineaban al arcano que unos setenta años atrás, lady Frieda Harris había diseñado por encargo de Aleister Crowley.
La Torre: Separación, alejamiento y ruptura.
Algunos seres simplemente desaparecen, se convierten en sombras que habitan la memoria y por desgracia, con el tiempo caen en los dominios del olvido.
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Epílogo
Ciudad de México, un otoño en el futuro.
Nuevos parques, andadores y jardines. Nuevas plazas donde los sollozos se convierten en sonrisas. Las generaciones de otro tiempo habrán de pisar las huellas de los antiguos, reivindicando los instantes de emociones efímeras y olvidando los rencores.
Desde estos parques resulta interesante detenerse a meditar, y durante unos minutos, pensar que el tiempo de los finalismos, las tragedias y las profecías va llegando a su fin.
Desde estos parques…
Sobre los escombros,
En los sitios donde perecen los últimos mitos del Tiempo.
2 comentarios:
saludos massá, espero todo bien por la atenas veracruzana, salud!!, y saca esas chelas.
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