Las centrales de autobús... Los aeropuertos... Las estaciones de tren...
No podían existir sitios más representativos de la "mala melancolía", (me refiero a esa que se padece, no a la que se disfruta en parajes tan adictivos como los parques o los cementerios).
Cuando uno se vuelve partícipe de esos instantes en que de modo furtivo se fusionan el presente con el pasado y el futuro inmediato, el sentimentalismo humano resulta infame en demasía.
Detesto ser yo quien se queda observando, desde la lejanía, como alguien más se marcha. En el fondo trato de no pensar demasiado, pero sé que así sucede. Por el contrario, cuando abordo y parto hacia algún lugar, una voraz sensación por querer indagar en lo desconocido me alimenta.
Y es entonces cuando encuentro sentido a todo: a viajar, a ir más allá, alimentándome. Quizás, y en ciertos momentos, hasta de compartir.
Cuando esa sensación de Libertad se equipara con el sentido que das a tu vida, tienes la partida del juego ganada.
He tenido el mejor fin de semana en lo que va del año 2005: He reencontrado las piezas del rompecabezas que me faltaban. Y yo estaba en todas ellas.
Eso sí, gracias por todos esos momentos tenoriles. Y por esas líneas de Bizet, que de nuevo resuenan en mi memoria, porque "Carmen libre nació, y libre morirá." (Aunque por supuesto, si Verdi hubiese escuchado a Michael Kamen, se hubiese muerto de envidia).
Gracias a ese arcángel que transmutado en un dragón aparece y reaparece, con una voz tenoril.
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