"La noche que dejes de plasmar tus ideas por escrito
sólo quedarán rastros de semen detrás de las estrellas."
IvánBarr.
sólo quedarán rastros de semen detrás de las estrellas."
IvánBarr.
Hoy por la madrugada terminé el primer borrador del relato, cuyos tópicos centrales son:
la Melancolía,
el Horror de los Tiempos,
y luego el Fin del Mundo.
Y ahora me siento liberado.
Debo dejar claro que no todo aquello que escribo me ha dejado satisfecho. En realidad, sólo unos cuantos textos lo han logrado, y de estos, son muy pocos los que se incluyen en la narrativa. No sé hasta qué punto sea una tendencia generalizada, pero a mí me resulta más fácil escribir textos ensayísticos y artículos de fondo que guiones y relatos. Estos últimos me provocan un desgaste enorme, "los sufro y los sangro" tanto como a mis personajes. Me tensan hasta un extremo insufrible.
Puede parecer ridículo, pero en realidad es así. Quizás se deba a que nada de lo que escribo es ficción, sino que siempre me baso en experiencias personales, incluso en sueños y alucinaciones. (Y cuando suceden, dejan de ser ficticios).
No me imagino escribiendo sobre aquello que desconozco, sería una traición a mí mismo.
Desde siempre me han impresionado las obras literarias que producen un siniestro escalofrío, erizándome la piel, o excitándome al punto de la erección fálica y sobre todo, aquellas que logran arrancarme una sonrisa irónica y una carcajada. Son precisamente esos textos los que me han influenciado para tener una 'vida propia' y escribir sobre ella.
Hoy he concluido el relato que me mantuvo inmiscuido en notas y documentos durante varios meses. Es un relato triste, por supuesto, lleno de sarcasmo, plegarias lúbricas y 'pequeñas grandes verdades': es el relato de mi vida a los 26 años.
Luego de esto no quiero escribir textos narrativos similares, a menos que lo ameriten. La vorágine del Tiempo está cambiando el curso de los hechos. Por primera vez en varios años, sobrevendrán sucesos que hace mucho se ausentaron.
Y quiero zambullirme.
Doy gracias por haber leído a Oscar Wilde, a Jelinek, a Leavitt y Hollinghurst, a Houellebecq y Cioran, a Lovecraft, Bécquer, Faulkner y Beckett, a Burroughs y a Bukowsky, a Cunningham, Miller, Highsmith, a White, a Cortázar, a Bradbury, Clarke y a Ballard.
Y ahora, una vuelta de tuerca.
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