miércoles, septiembre 21, 2005

Incluso el Diablo tuvo miedo.

El sueño de septiembre. (En noche desquiciante, bajo el influjo de 1000 mg. de Paracetamol).
Viajaba en la batea de una camioneta, que acerelaba con premura. En pocos minutos alcanzó los 100 km/hr, quizás más. El camino de terracería provocaba un brusco movimiento a medida que avanzaba. El cielo mostraba las tinieblas más oscuras que uno pueda imaginarse incluso en un sueño, y a lo lejos, se divisaba un único haz de luz: el último rayo de sol antes de que la noche cayera y nos dominase.
No tengo idea sobre quién manejaba la camioneta, pero tampoco parecía importarme. Debió ser alguien conocido.
Traté de acostarme en una esquina de la batea, asegurándome del estrepitoso golpeteo. Asomé el rostro hacia un lado y sentí un viento extremadamente frío y seco.
El misterioso conductor viró hacia la derecha, bordeando un cementerio sin bardas limítrofes, y de súbito se internó en éste.
La velocidad a que iba el vehículo arrasaba con algunas lápidas, y las llantas retumbaban tras quebrar las tumbas, dejando un rastro de piedras marmóreas destruidas. Me cubrí el rostro: no quería que los espíritus que ahí yacían me reconociesen, aunque por alguna razón, presentí que no me alcanzarían.
Recuerdo haber visto de reojo algunas de esas piedras, las cuales tenían inscripciones bastante extrañas, como de tierras oníricas muy distantes.
La camioneta cruzó el cementerio y se internó en el último haz lumínico.
Allí reinaba la calma: era un sitio desolado, un páramo con uno paredones ruinosos en medio. Y justo frente a estos, la camioneta se detuvo.
Bajé de la camioneta y entonces salió a mi encuentro una chica esbelta, de rasgos muy finos. El tiempo parecía haberse suspendido: no era día, ni noche ni media tarde.
-¿Tuviste miedo antes de llegar? Preguntó.
-Un poco.
-¿Por qué? Cuestionó.
Pensé unos segundos en mi respuesta, y entonces aduje, -porque estaba solo en la batea.
-No te preocupes, incluso el Diablo tuvo miedo.
Dicha ésta última sentencia, me abrazó y en ese momento desperté.
El sueño me ha crispado.

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