Psycho, House y Lounge para las últimas noches del 2005.
Qué buena sería la vida si nuestro Tiempo fuese una sucesión de momentos ininterrumpidos como estos: inmejorable compañía, entre quienes se pierden, se marchan y se quedan, aquellos quienes creen y quienes crean, los personajes que fuera de mis relatos dejaron ese mote de 'amistad' para convertirlo en 'hermandad'.
Los mismos creadores de ratos perfectos e irrepetibles, cuya única condición es compartir unos breves instantes durante un ciclo.
Qué buena sería la vida si nuestro Tiempo fuese una sucesión de momentos ininterrumpidos como estos: inmejorable compañía, entre quienes se pierden, se marchan y se quedan, aquellos quienes creen y quienes crean, los personajes que fuera de mis relatos dejaron ese mote de 'amistad' para convertirlo en 'hermandad'.
Los mismos creadores de ratos perfectos e irrepetibles, cuya única condición es compartir unos breves instantes durante un ciclo.
Beats, risas, velas, el chasquido de tarros que dan cuenta de una celebración... Todo conforma un collage de imágenes armónicas, un peculiar instante de paz y regocijo.
Incluso en las noches más oscuras y desoladas suceden esos momentos, ni toda la oscuridad de siete vidas humanas podría impedirlos.
Así transcurren los últimos días: como una incansable sucesión de encuentros, funerales y despedidas.
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