martes, agosto 08, 2006

la reinvención naranja.

"The last night on Maudlin Street
goodbye house
goodbye stairs
I was born here
I was raised here, and
...I took some stick here
love at first sight
may sound trite
but it's true, you know
I could list the details
of everything you ever wore
or said, or how you stood that day
and as we spend the last night
on Maudlin Street, I say
"goodbye house-forever!"

I never stole a happy hour
around here
Where the world's ugliest boy
became what you see
here I am - the ugliest man
Its the last night on Maudlin Street
and truly I do love you
oh, truly I do love you
When I sleep with that picture of
you framed beside my bed
oh, it's childish and it's silly
but I think it's you in my room
by the bed (...yes, I told you it was silly...)"
Morrissey, Late night, Maudlin Street.

La Gran Ciudad: Estrés, velocidad, y sobre todo concreto, mucho concreto.

Tan pronto arrivé a la capital, salí a caminar a las calles indómitas: he aquí donde se encuentra ese sentido de libertad que tanto se extraña en el terruño, cerca de las montañas. Y pese a esto, lejos de lo que pudiera pensarse a primera vista, es cruel y es triste, muy triste.

Pasé años sin derramar una sola lágrima y ahora brotan a todas horas, emanan de "ese sentido de la ausencia y de esa ausencia del sentir" que se convierte en nostalgia inaudita. No extraño todo, sólo lo irremplazable: a ese par de gatos que despertaban a un costado junto a mí, a La Mujer sin sonrisa, a Biógrafa Chú y a un par de amigos más... Tan lejos y tan cerca.

Pero ahora, tal parece, toca una vuelta de tuerca.

Por lo que respecta a la ciudad, el aire de las calles es pesado y seco, las miradas álgidas y sospechosas, y a leguas se distingue una inaudita sensación de vivir a prisa, caminar con premura, llegar a casa y echar doble cerrojo a las puertas, que me lleva a asegurar que todos los personajes de esta urbe son exquisitos esquizoides.

Las grandes lozas de concreto que conforman la ciudad pueden llegar a ser demoledoras en más de un aspecto: si vas solo a la cama por la noche, sin un maullido, un abrazo o un ronroneo que te alegre el día, puedes, sencillamente, desvanecerte.

Sencillamente un día, no despertarás.

Y a pesar de esto, ciertos mensajes llegan de los modos más diversos e inimaginables: una conversación ajena en la banqueta, un epígrafe en un libro, una frase en un café...

"Que el camino crezca hasta llegar a ti,
que el viento siempre sople a tus espaldas,
que el Sol brille cálido en tu cara,
que la lluvia caiga suave sobre tus campos.
Y hasta que nos encontremos nuevamente
Dios te cobijará en la palma de su mano"
Antigua bendición irlandesa.

Por ahora sólo tengo un aliciente: el saber que ahora toca el turno a los días de la reinvención naranja, que por suerte, comparten el mismo matiz que el aura de La Mujer sin Sonrisa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermosa la bendición irlandesa. Usted, percibo, la merece.

Yo, desde aquí, en invierno, acudo a su post, para darme cierta aura, cierto esplendor por sus palabras.

Salutes con lluvia en el aire.

kaguama dijo...

las lágrimas se permitieron rodar por mis mejillas, la sensación de vacío cayó en mi estomago y en mi alcoba, la sensación de que una vez más alguien especial esta lejos de mi... te extraño.