miércoles, noviembre 30, 2005

El mismísimo Demonio.


Esta mañana me mantuve sumergido en la lectura del especial de la Revista Proceso, que dedica su número 18 ni más ni menos que a uno de esos entes a quienes debemos tanto la Raza Humana: el Diablo.

En un hecho que me parece insólito viniendo de esta publicación, Proceso aborda al ángel caído precisamente concibiéndolo como tal, bajo diversas perspectivas históricas, sociológicas, religiosas, psiquiátricas, e incluso mercadotécnicas. (nadie puede negar en nuestros tiempos, con la creciente cultura del terror, que el Diablo vende, el Diablo está de moda, el Diablo es lo de hoy).

Ya sea como parte de mi agnosticismo, o por mera curiosidad, siempre me ha intrigado la existencia de Lucifer. Por supuesto, no a ese nivel romántico y barroco de la tradición cristiana que lo suele representar cornudo, coludo, con patas de cabra o carnero, alas negras, etcétera.

Más bien creo que el corto entendimiento humano no tiene capacidad de imaginar una fuerza maligna de tales magnitudes. Como por supuesto, tampoco puede evocar a un Dios. En todo caso, los puedo identificar mediante sensaciones o emociones, inclusive mediante 'vibras', pero no mediante alegorías.

Cada quién debe tener uno o varios diablos personales, tal como tiene sus respectivos ángeles, que a fin de cuentas, sólo deben ser entidades de energía. Me gusta la idea de los Diablos Talmúdicos de la Tradición Rabínica, por ejemplo, que son legiones inconmensurables de arcángeles poderosísimos, "la tercera parte de los ángeles celestiales se rebelaron siguiendo a Lucifer, y fueron arrojados al abismo", o los demonios de las tradiciones apócrifas, como Lilith, la legítima mujer de Adán, y Onoscelis, o como todos los demonios que el patriarca Enoch conoció en su descenso a los infiernos. Ésas constituyen mis fuentes de inspiración cuando aludo a los demonios. Las de John Milton también, las de Dante y las de Goethe con su Fausto son magistrales. Incluso las de Aleister Crowley, H.P. Blavattsky y los simbolistas lo convierten en un ente demasiado interesante, más cercano a la hechicería que a una brabucona maldad.

Detesto los diablos católicos, en especial los que se aparecieron sobre tilmas, los que usan palios, sotanas y mitras, los que saturan los altares y lloran sangre.

Ésos sí son moda vieja.

Y sobre lo concerniente a los tratos entre hombre y demonios,-independientemente de la tradición a la que los primeros simpaticen, sea ésta judeocristiana/islámica, nórdica, oriental, tribal, panteísta...- Sí guardo un solemne respeto.

Cualquier demonio borra de un soplo a un ser humano, como cualquier ángel lo salva, como cualquier Dios destierra a un pueblo por centurias y casi lo aniquila en holocaustos.

Eso sí, estoy seguro que tanto ángeles como demonios están bastante ocupados como para pensar en los humanos, pues estos tienen sus propios adversarios: suelen ser ellos mismos o sus congéneres.

El que más me jodió, por ejemplo, aún pertenece a este mundo, se pudre senilmente día a día, un poco más, casi como un fósil.

Es la antigua serpiente, quien es el Diablo y Satanás.

Sea como fuere, con su existencia, o sus múltiples variantes, algo debemos de agradecer al Diablo: el mantener un equilibrio entre el bien y el mal.
*"Por si las dudas": La imagen del post corresponde a 'El angel caído', de Ricardo Bellver, situada en el parque El Retiro, en Madrid.

domingo, noviembre 27, 2005

Peculiar Domingo de Adviento.

¿Qué carajos le puede importar a alguien como yo, que no se alinea con esas infames creencias en supuestos Mesías de tiempos antiguos, una fecha como el Primer domingo de Adviento?

En efecto, no me importa en absoluto.

Si no fuera porque la fecha -que por suerte, pasa con más pena que gloria entre la gente de mi generación y quienes nos sucederán-, me recuerda el final de La Historia Interminable (el de la novela, no el de la película):

Bastián se arroja al torrente caudaloso tras cruzar las Serpientes Entrelazadas, y de este modo, traspasa la barrera entre el reino de 'Fantasia' y la realidad, el mundo de los humanos, en donde reaparece un primer domingo de Adviento, a finales de noviembre.

De tal forma que la importancia de la fecha radica precisamente en servir de epílogo a un mes perfecto.

Así concluye noviembre de 2005: Las noches son frescas y despejadas. El viento trae consigo imágenes inéditas para escribir. La vida es la misma mierda.

Pero qué mas da, es noviembre: sólo importan el aquí y el ahora.

sábado, noviembre 26, 2005

Flashback: 1980.


Imaginemos por un momento a alguien de unos 25 años, caminando por una gran avenida, en 1980. ¿Qué es lo que sentía? ¿Qué problemas traía en mente? ¿En qué contexto vivía? ¿Qué música escuchaba?

Si bien tanto a nivel histórico como musical 1980 no constituyó una pauta divergente, ni el fin de una era, ni el comienzo de otra, (como tampoco sucedió con el pretenciosamente apocalíptico año 2000), el Bisiesto, primero en ostentarse como 'ochentero', constituye cuando menos un origen psicológico -aunque en mi caso también vital- para el imaginario colectivo.

En 1980 la Guerra Fría continuaba, y con ella, el fantasma de la Tercera Guerra Mundial -cuya espera hasta nuestros días se antoja eterna- El conflicto Irán/Iraq, la invasión soviética a Afganistán, el boicot de Occidente a las Olimpíadas de Moscú, las guerrillas centroamericanas, la guerra civil en Chad, la independencia de Rhodesia, el cruento apartheid en Sudáfrica, la toma de rehenes estadounidenses en Irán, protestas vascas, corsas, croatas, chipriotas, kurdas y demás actos terroristas, bombazos, secuestros, ejecuciones clandestinas, asesinatos, explosiones de minas, sabotajes, funerales de Estado y crisis económicas transcurrían de un modo tan ordinario como hoy en día.

Todo esto ocurrió el año en que murieron de distintas formas Jean Paul Sartré, Alfred Hitchcock, Ian Curtis, John Bonham y John Lennon.

En el ámbito musical, los años de la Música Disco se diluían, el Punk aminoraba su agresividad dando paso a la complaciente nueva ola: la New Wave. Los sintetizadores reformulaban el proceso de creación e interpretación musical y la música no comercial comenzaba a ser llamada 'Alternativa'.

Los álbumes que habían hecho historia apenas un año antes, entre ellos The Wall de Pink Floyd y London Calling de The Clash, dejaban libre su puesto a otros.

A 25 años de distancia, el que adquiere más valía de modo personal es el Closer, de Joy Division. ¿Por qué? Respuesta simple: Ian Curtis se suicidó en mayo de 1980.
El mismo mes que nací.

No pueden dejarse de lado otros trabajos discográficos imprescindibles (como el que se muestra junto a estas líneas : The turn of a friendly card, de Alan Parsons Project, con una de las portadas que más han llamado mi atención).

Imaginemos de nueva cuenta a alguien de unos 25 años, quien camina por una gran avenida. Es 1980, meses después de que Ian Curtis se ahorcara, John Bonham se ahogara en su vómito y días antes del asesinato de John Lennon, en noviembre, por qué no . Muy probablemente trae en mente las canciones de alguno de estos álbumes, que vieron la luz en aquel distante, pero aún presente, 1980:

1. Closer, de Joy Division.
2. Uprising, de Bob Marley and The Wailers.
3. The Game, de Queen.
4. The turn of a friendly card, de Alan Parsons Project.
5. Kaleidoscope, de Siouxsie & The Banshees
6. Boys don't cry, de The Cure.
7. Departure, de Journey.
8. Zenyatta Mondatta, de The Police.
9. Never Forever, de Kate Bush.
10. Pretenders, de The Pretenders.
11. Autoamerican, de Blondie.
12. Boy, de U2.
13. Bebe le strange, de Heart.
14. Black Rose, de Cher.
15. Back in black, de AC/DC.
16. Dirty Mind, de Prince
17. The rose, de Bette Midler.
18. Hotter than July, de Stevie Wonder.
19. Heaven and hell, de Black Sabbath.
20. Iron Maiden, de Iron Maiden.
21. British steel, de Judas Priest.
22. Permanent waves, de Rush.
23. Ace of Spades, de Motörhead.
24. Blizzard of Ozz, de Ozzy Osbourne.
25. Paul McCartney II, de Paul McCartney.
26. The River, de Bruce Springsteen.
27. Scary monsters (and super creeps), de David Bowie.
28. Remain in light, de Talking heads.
29. Emotional Rescue, de The Rolling Stones.
30. The jazz singer, de Neil Diamond.
31. Guilty, de Barbra Streisand & Barry Gibb.
32. Get Happy, de Elvis Costello & The Attractions.
33. One trick pony, de Paul Simon.
34. In the heat of the night, de Pat Benatar.
35. Me Myself I, de Joan Armatrading.
36. Saved, de Bob Dylan.
37. Drama, de Yes.
38. Dreams, de Grace Slick.
39. A, de Jethro Tull.
40. Making movies, de Dire Straits.
41. Roses in the snow, de Emmylou Harris.
42. Growing up in public, de Lou Reed.
43. Wild Planet, de B-52's.
44. Hawks and doves, de Neil Young.
45. Peter Gabriel (3), de Peter Gabriel.
46. Flesh and blood, de Roxy Music.
47. Women and children first, de Van Halen.
48. Damn the torpedoes, de Tom Petty & The Heartbrakers
49. XIV, de Chicago.
50. Double Fantasy, de John Lennon & Yoko Ono.

jueves, noviembre 24, 2005

Las calles quedarán vacías.

"Can anybody see the light
Where the morn meets the dew and the tide rises
Did you realise, no one can see inside your view
Did you realise, forwhy this sight belongs to you..."

Portishead, Strangers.

Los últimos días de noviembre traen consigo tumultos de gente, ya sea en las callejuelas, las avenidas, los parques y las plazas... Por un instante, ¡hay tanta vida ahí!

He salido a recorrer la ciudad. El crepúsculo cae temprano y con él las últimas lágrimas del otoño. En ciertos momentos, existe un lapso, imperceptible para muchos, en que el tiempo se detiene: el vino se derrama, la sangre fluye cuesta abajo, el semen se vuelve viscozo al contacto con la melancolía.

En ese momento, cuando seres anodinos cruzan sus miradas frente a mí, se besan, caminan de la mano y chasquean sus tarros de cerveza, sólo el sonido de mis pasos cobra relevancia en la escena. En pocos días, la ciudad se llenará de niebla nuevamente, como la existencia.

Las calles quedarán vacías.

Y de nuevo será el sonido de mis pasos lo único vivo en el ambiente... Y también un par de canciones: Strangers de Portishead y Somebody, de Depeche Mode.

domingo, noviembre 20, 2005

A momentary lapse of reason.

"I don't mind stealing bread
from the mouths of decadence..."
Temple of the dog, Hunger Strike.

Casi lo había olvidado.
(En efecto, en cualquier descuido lo habría olvidado, con un poco más de tiempo).

Precisamente eso:

Hubo un tiempo...

Cuando el jodidamente maldito -y aún así, necesario- binomio 'amor/sexo' aún no levantaba muros infranqueables sobre mi conciencia, prometiendo derribarlos. Cuando las noches eran psicodélicas y psicotrópicas, cuando escapar a la playa a medianoche era sinónimo de libertad, cuando 'Smooth', con todo y la voz de Rob Thomas y el sonido de Carlos Santana se radiaban continuamente, cuando tenía 19 años y todo adquiría un tono experimental...

Entonces la libertad tenía sentido. Más que eso: cualquier momento adquiría el sentido de la libertad, la vida era menos compleja, el milenio de nuestros ancestros estaba a punto de terminar, y esa 'cosquilla fatalista del fin de siglo'... ¡Nos había vuelto tan creativos!

Nos había hecho reinventarnos, repensar el pasado remoto y el futuro próximo: unificar todo en el presente. Sacar los viejos discos, desde los acetatos de Pink Floyd -The final cut, The wall, A momentary lapse of reason- hasta esos CD's grungescos por los cuales habíamos sacrificado tantos antojos para comprarlos, apenas pocos años atrás. -Temple of the dog, Mad season, Badmotorfinger, Pretty hate machine, Nevermind...-

Eran las tardes enervantes de tareas de escuela, de cerveza abundante, de pastas y pastillas sofisticadas, era Biógrafa Chú zambulléndose en el mundo real, Dañado Postgrunger presumiendo su imperfecta perfección, y alguno que otro amigo incauto de esa época que con el paso de los años, no trascendió para hermanarse.

Esos eran los tiempos, y hubieron de quedarse atrás, por poco.

Si no fuera porque estas últimas semanas, algo está volviendo:
Debe ser esa parte de mí que se daba tiempo para crear y creer, pero sobre todo, para sonreír .

martes, noviembre 15, 2005

Surcar el horizonte (Una confesión).

I. Sobre los colores en el horizonte

Poco hablo (y aún menos escribo), sobre mis días de niñez, a no ser que estos se vinculen directamente con elementos de la cultura popular, de la que me empapé lo suficiente (sobre todo a nivel musical) para estar agradecido de por vida... Los fabulosos 80's, tan humillados cuando terminaron y tan revalorados recientemente.
Saco este comentario a colación porque últimamente me he cuestionado todo, partiendo de mi propia existencia; hoy es noche de luna llena en noviembre y amerita una introspección, quizás la única imprescindible. La luna se muestra imponente, solitaria en medio del firmamento, rodeada de ese tono celeste que me remite a los años de niñez, a los lápices de colores y esos membretes que ostentaban grabado el nombre preciso de cada color. Al cielo nocturno despejado toca sin duda el 'Azul ultramarino'.
Y en adelante, observar el cielo nocturno, sobre todo el de otoño e invierno, me lleva a establecer la referencia mental de los lápices de colores. Siempre detesté iluminar con colores básicos, primarios. Si bien es cierto que de éstos parten todos los demás, en ese entonces no me importaba. Los odiaba. Odiaba al rojo escarlata, al amarillo canario y al azul cian. No. Prefería los colores con nombres menos comunes, como el malva, añil, carmesí, ocre y guinda. (Incluso recuerdo haber identificado al color 'chedrón'). La mujer sin sonrisa era aficionada a pintar y me los había mostrado todos hacía mucho tiempo, antes de que sus pinturas se desdibujaran por completo y terminaran extraviadas en algún punto del olvido, como sucedió con ella.

Y de ahí, el comentario sobre los nombres de los colores me ha llevado a pensar que de modo metafórico, todos estos años, ha sucedido lo mismo con mi percepción sobre los momentos compartidos: sigo detestando a las personas 'rojas', 'azules', 'verdes', 'rosas', 'naranjas'... Me he recluído en un submundo donde sólo distingo a los cromas inusuales, lo mismo sucede con mi vida afectiva. Por ende, es difícil sobrellevarlo.
¿Existe un Ser 'chedrón' en un mundo de azules y amarillos?

Vuelvo a lo mismo:

Tengo ilusiones de rosas negras, puesto que son las únicas que me hacen sentir bien.

Pero las ilusiones, como las rosas, se marchitan rápidamente, sobre todo si son negras.

II. El horizonte y una canción

El azul ultramarino me remite también a un álbum ochentero de a-ha: Stay on these roads.

Nada mejor que vincularlo con 'este tiempo', más allá de las noches cerúleas. Traigo la voz de Morten Harket impregnada en la mente. El tipo -poseedor de una voz distintiva-, canta en la primera estrofa del tema que da título al álbum,

The cold has a voice
It talks to me
Stillborn, by choice
It airs no need to hold...

Lo que me lleva a pensar en los días que se avecinan, aguardando un tiempo que, situándome en los dominios de la razón, no llegará.

Y continúa,

Stay on these roads
We shall meet, I know
Stay on...My love
We shall meet, I know, I know...

La frase me vulnera: es un anhelo del futuro. Y el futuro no es aliado mío, como no lo es de nadie.

Sólo puedo esperar, observar la luna, escuchar a Morten Harket y confiar en que surcarás el horizonte.

Si una vez cambiaste las tierras de Austro por las de Bóreas, la espera tiene mucha justificación.

Feel the cold
Winter's calling on my home..

lunes, noviembre 14, 2005

Un día en el trabajo, como todos los demás.

Un edificio de oficinas, perdido en una de las interminables avenidas que circundan la ciudad. El último piso, improvisado de mala gana como oficina gubernamental, se encuentra pintado con sobrios tonos blanquizcos, dando cuenta de la inercia y el letargo que reinan en el lugar. Allí el tiempo se ha suspendido, el aire no circula, el mobiliario es viejo y desgastado (como también están aquellos individuos que han hecho de ese lugar su sitio de trabajo, cobijando una monotonía de varios lustros y décadas).

En el desánimo cólectivo, sólo dos aspectos permanecen inalterables : la soberbia de los directivos y el conformismo de los empleados.

Suelo ubicarme en una esquina, en espera de que algo distinto suceda, y con el devenir de los meses, la paciencia se ha consumido. Ahora tengo ese síndrome en donde el avance de las horas se vuelve confuso y cada mañana es igual a la anterior, sea ésta en tiempo presente, pasado o futuro. No existe el tiempo ahí. Uno puede pasarse veinte años de la misma forma que como entró el primer día. A juzgar por la opacidad en las miradas de mis compañeros, sé que sienten algo similar, pretendiendo no sentirlo.... Pero callan cabizbajos.

Y pensar que es una historia multiplicada por millones en este planeta...

¿Es éste el sentido de la existencia?

Entonces no vale mucho.

Los únicos alicientes son la música en mis oídos y el breviario portátil, en donde anoté originalmente estas líneas. Nick Cave canta 'Ships song' y me causa lástima, como pensando que no tengo alguien en quién pensar, aunque por otra parte, también es cierto que los tiempos subjuntivos, aquellos que envuelven al 'hubiera' y denotan los deseos, están desapareciendo de mi léxico.
¡El 'hubiera' es tan inútil y tan cruel!

Al fondo de la oficina hay un ventanal que irradia de luz el interior, pero en realidad es algo más que un ventanal: es un símbolo de libertad. Conecta con un balcón donde el aire es fresco y puro.
Me hace pensar que aún estando en el infierno, el fuego puede transmitir consuelo.

Salgo a ese balcón y por un instante, pienso en el asfalto, y en los siete metros que me separan de él, y entonces, por una vez, pienso en cuán probables son las posibilidades de que suceda algo distinto...

domingo, noviembre 13, 2005

Una premonición bajo la luna de noviembre.

“Los años traerán lo que habrán de traer.
No volveremos a hablar de esto hasta que muchos hayan transcurrido.
Mientras tanto, los días ensombrecen, y muchos males se avecinan."
J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos: Apéndices.

La fiesta ha terminado tarde. Llegué a casa poco antes del amanecer, e incluso me apresuré a dormir, antes de que los primero rayos solares se infiltraran en la recámara.

Y fue así como dio inicio…

Caminé por varias calles. Algunas de ellas me resultaban conocidas, e incluso cercanas a la ciudad donde radico, y otras, en cambio, eran extrañas, como de lugares muy lejanos; a medida que avanzaba, me adentraba en callejones y avenidas gradualmente más oscuros. Así llegué a un parque, o más bien, lo que quedaba de él: era sólo un área verde descuidada, con lozas de cemento partidas, divididas por grietas de un croma negro inescrutable. Percibí que el lugar era maligno, pues sombras de dimensiones colosales cruzaban frente a mí, rodeándome. Apresuré el paso, y de ese modo llegué a una fuente circular, derruida. A pesar de encontrarse en pésimas condiciones, el agua que contenía no era turbia, sino al contrario, bastante cristalina, lo que llamó mi atención.
Me acerqué y algo me empujó, una fuerza que no era física, sino más bien psíquica, difícil de explicar; apenas metí las manos en el agua, el tiempo se suspendió -incluso en el sueño- y vi a una persona que no conozco, pero que me parecía conocida de hace muchísimo tiempo. Inclusive vi que bajaba de un auto, se aproximaba y me saludaba, y al hacerlo, una energía indescriptible, sobrehumana, me estremecía.

Luego vi el reflejo de la luna en el agua de la fuente, alcé la vista y las estrellas se alineaban de un lado a otro, en constante movimiento.

Con esta imagen desperté.

Horas después, sucedió algo similar. Conforme pasan los minutos, lo vengo asimilando. La luna se muestra igual que en el sueño, y la escena sucedió de nuevo: allí estaba, en realidad nunca le he visto, y al mismo tiempo, sé que convivimos antes, quizás hace mucho tiempo.

¿En verdad sucedió?

Me he topado con tantas sombras furtivas últimamente que prefiero no pensar.
Quizás sólo sucedió en el sueño.

Y si así fue, agradezco haberlo sentido.

Estas últimas horas me han traído un poco de todo, como sólo en noviembre podría suceder.

sábado, noviembre 12, 2005

Primer Aniversario del Blog.

¡¡¡ 1 AÑO DEL BREVIARIO DE IVANBARR !!!

“A veces creo que escribir no sirve para nada.
No sirve ni siquiera para aprender tu nombre,
que es claro y fresco.
Y a veces también un poco amargo…”
(Línea tomada de El aprendiz de rimas,
guión de Fernando Zamora).

Luego de doce meses de bloguear posteando vivencias posmodernas, sueños, recuerdos y malviajes, maldiciones atávicas, recomendaciones de un melómano, reseñas de traiciones, relatos de media tarde y medianoche, fábulas bifálicas, fragmentos literarios, referencias narrativas, una fotografía maldita, reivindicaciones del espíritu, ideas para una novela, frases de canciones de Morrissey , rostros y voces perfectas, y una receta de melancolía, cabe preguntarse, a estas alturas,

¿Para qué escribir un blog?

Cada quién tendrá su propia opinión, y hallará respuesta como le plazca. Yo escribo para nutrirme, para mostrarme, para hacer el amor, para follar en grupo con miles de palabras órgicas y al final de cada texto, venirme más y mejor que la vez anterior, perfeccionando, si es posible, la imperfección que ahora tengo como espíritu cautivo en este miserable tejido humano.

Escribo también para mantener intacta mi realidad, para protegerla de todo aquello que resulta nocivo en la otredad que respiro y vivo diariamente —y eso es decir demasiado—.

Cuando de repente, uno se da cuenta que los días se suceden uno a otro sin distinción, porque así ha sucedido siempre (aunque el ‘siempre’ y el ‘nunca’ sean sólo un par de instantes en la vida de los humanos), y porque así sucederá mientras tengamos memoria, y aún después, no queda otra razón que brinde valía a la existencia sino dejar un testimonio de la misma.

Es por eso que escribo en este blog, y que ideé el Breviario, como un testimonio de mis vivencias.

A veces el comentario de un post, incluso si es adverso, es necesario para dar sentido a nuestro tiempo.

jueves, noviembre 10, 2005

The soundtrack of my life, Second Harvest: Voces Perfectas.

25 Voces Perfectas


Musas y estrógenos, heroínas, profetisas, hadas, súcubos paganos… Toca el turno a las voces perfectas, aquellas cantautoras cuyas líneas suelen infiltrarse en mi mente y por ende, en mis relatos. (Tanto los que llego a plasmar en estas líneas como los que no).

A diferencia de las Bestias Sagradas (el post de octubre que es un conteo de los 25 cantautores básicos), estas voces perfectas no siguen una numeración acorde a mi predilección, sino más bien, son enunciadas conforme aparecieron en este blog durante un año. Por consiguiente, la lista es más diversa, tanto en los periodos que abarca —70’s, 80’s, 90’s, 00's— , como los géneros y estilos musicales, que van del goth rock y la new wave de Siouxsie Sioux al folk de Joni Mitchell, el pop/rock de Shirley Manson y esa música ácida que suele hacer Beth Gibbons.

Y a pesar de la incongruente pluralidad, todas ellas tienen algo en común — aparte de ser ‘mujeres biológicas’, por supuesto— escriben sus propias canciones. (Aunque siendo justo, otras voces imprescindibles como las de Ute Lemper, Nina Hagen, Alison Moyet, Sade y Marianne Faithfull no se incluyen aquí, por lo que podría haber segunda parte).

Una vez asentado el preámbulo, aquí va el conteo:

1. Siouxsie Sioux
Una historia personal, más verídica que ficticia: un par de seres humanos en la antesala del fin del mundo… Una noche septentrional… Música electrónica en una casona derruída… El sampleo de una melodía de los 80’s, una frase, una voz, una canción: Dazzle, “The stars that shine and the stars that shrink, in the face of stagnation, the water runs, before your eyes…” Mi principio del culto a Siouxsie, y de ahí, todos sus discos con los Banshees y The Creatures, y ese sonido retro- psicodélico tan característico, adictivo… Todo gracias a Susan Ballion.

Canciones básicas: “The last beat of my heart”, “Overground”, “Dazzle”, “Kiss them for me”.

2. Kate Bush
Antes de Björk, Tori Amos, PJ Harvey, Kim Gordon y Kim Deal estuvo Kate Bush con una singular voz de bruja mística cantando Wuthering Heights, y a partir de entonces sirvió de punto de referencia para la música alternativa. Quizás y hasta haya compuesto el tema más asertivo de los 80’s: Running up that hill (Brian Molko no podía haberlo escrito, aunque logró hacerle justicia con su versión).

“Running up that hill”, “Hounds of love”, “Aerial”, “A coral room”

3. Annie Lennox
Tanto agrupada en Eurythmics como en su etapa solista, Annie Lennox ha demarcado un estilo propio, con voz potente y letras bien pensadas. La hasta ahora trilogía Diva/Medusa/Bare da cuenta de una intérprete que utiliza sus composiciones como punto de fuga de las emociones, y sólo así se entiende que haya creado la non plus ultra de las baladas trascendentales: Love song for a vampire.

“Love song for a vampire”, “Why”, “Pavement cracks”, “The miracle of love”.

4. Sarah McLachlan
Es así como debe escribirse, componerse e interpretarse soft/rock, y de ningún otro modo. ¿Por qué perdura en la mente Full of grace aunque no se tenga a quién dedicarla? Lo mismo en un crossover folk que en un remix electrónico, McLachlan permanece inalterable. Poseedora de una voz muy cultivada y antojadiza para encamarse en estas fechas.

“Full of grace”, “World on fire”, “Shelter”, “Sweet surrender”.

5. Beth Gibbons
Trip Hop e Introspección, de Bristol a las llagas de la melancolía, historias lacerantes de seres que se ausentan en tiempos ácidos. La voz de Portishead, inconfundible, teatral, angustiante… Artífice junto a Rustin Man, del soundtrack idóneo para cada otoño: Out of season.

“Mysteries”, “Sand river”, “Sour times”, “Roads”.

6. Stevie Nicks
El karma del folk británico, la mujer que reinventó el sonido de los Fleetwood Mac’s y luego se lo apropió, mutando de hada a gitana y luego a leyenda adicta al prozac, siempre con voz singular. Difícil dejar de entonar Rhiannon a medianoche, impensable no relacionar a Stevie Nicks con el submundo onírico.

“Sorcerer”, “Rhiannon”, “Landslide”, “Gipsy”.

7. Tori Amos
Proyecciones sexuales, religiosidad en decadencia, perversiones, anhelos incumplidos… Una voz acompañada del piano: Tori Amos recreando sus tragedias personales (violación sexual, sentimientos de culpa, soledad…) y con ella la historia del mundo.

“A sorta fairytale”, “Flood”, “Silent all these years”, “Crucify”.

8. PJ Harvey
¿Qué se puede esperar de quien estuvo casada con Nick Cave, colabora frecuentemente con Tom Yorke y Björk y escribe para Marianne Faithfull? Una completa desquiciada. PJ Harvey canta poco, en realidad gime, llega al virtuosismo, finge orgasmos, se desahoga, escupe verdades, narra los tiempos y los interpreta como ninguna otra cantautora en esta lista.

“The desperate kingdom of love”, “Dancer”, “Missed”, “A place called home”.

9. Björk
Alejándonos racionalmente de toda la subcultura que gira en torno a Biörk (y de la que se ocupan infinidad de blogs), no tanto como personaje icónico sino tan sólo como cantautora, la idea de la mujer/concepto Björk vino a redimensionar mis apreciaciones sobre la música, a mediados de los 90’s. Condimentar una voz que va de la placidez a la esquizofrenia con sonidos y géneros innovadores —en ese entonces—, y además con letras que narran sueños o pasajes vivenciales… He aquí la Euterpe de nuestros días.

“I have seen it all”, “All is full of love”, “Hyperballad”, “Yoga”.

10. Tracy Chapman
Supe de Tracy Chapman cuando tenía unos nueve años, porque la radio programaba continuamente “Fast car”,y en ese entonces (posiblemente ahora también) su voz era distinta a todas las demás. Años después, me encontré el álbum Telling Stories con la misma voz gutural y un sonido sobrio y acústico, pero bien planteado. Con letras vivenciales y toques de acertada concientización social, más allá de los activismos que Tracy Chapman promulga en sus canciones, constituye una de las voces femeninas afroamericanas más propositivas a nivel letrístico en los últimos años.

“Telling stories”, “Across the lines”, “Talkin’ bout a revolution”, “Fast car”.

11. Liz Fraser
Hubo una pauta durante los primeros años 80’s que volcó hacia la experimentación, convirtiendo a la voz en un instrumento de alcances etéreos, llevando la música hacia terrenos alucinantes… Y allí estaban los Cocteau Twins, con Liz Fraser al frente. A partir de entonces, constituye una frecuente referencia en los grupos alternativos de vanguardia.

“Hiltherto”, “Half gifts”, “My hue and cry”, “This love”.

12. Lisa Gerrard
Proveniente de otra banda de culto, Dead can dance, Lisa Gerrard impresiona por sus interpretaciones, que no siempre son canciones rigurosas —en algunas piezas sólo emite sonidos guturales, onomatopéyicos o entona lenguas muertas—. Complementada por igual de instrumentos medievales o acompañada de orquesta, logra transmitir y recrear emociones hilarantes más allá de los terrenos del art rock y la new age… Básica para tardes narcotizantes.

“Mesmerized”, “The song of Seraphim”, “Sanvean”, “Now we are free”.

13. Hope Sandoval
Agrupada en Mazzy Star, en The War Inventions o como solista, Hope infunde una extraña energía hipnótica susurrando, arrullando, sedando con sus canciones, necesarias cuando se está en buena compañía, a punto de dormir y luego de haber tenido sexo hasta el hastío. Aún son necesarios esos momentos para algunos de nosotros.

“Fade into you”, “Into dust”, “Charlotte”, “Around my smile”

14. Natalie Merchant
“La casa de una sola planta, con un pino seco plantado al frente. Apenas atravesé el jardín central, supe lo que encontraría en el interior: polvo, cenizas y viejos objetos sin sentido: me encontraría a mí mismo. La letanía de Natalie Merchant retumbaba en todas partes, y de inmediato su voz me resultó fácilmente reconocible: Soy una efigie/ Una parodia de lo que solía ser/ Así que coloca tus antorchas llameantes sobre mí…” [Fragmento de un relato que escribí hace tiempo].

Merchant: la ex -vocal de los 10,000 Maniacs, la del cover de Because the night…Y eso que no eran sus mejores líneas.

“Effigy”, “The letter”, “Don´t talk”, “Just can’t last”.

15. Mary Fahl
Esa voz no es humana, ni siquiera suena terrenal, y por suerte, no es muy comercial. Sin embargo ha estado allí desde que October Project lanzó el primero de dos álbumes en 1993, y después en proyectos alternos, soundtracks o bien como solista. El rango de amplitud en la voz de Mary Fahl, aunado a sus acompañamientos orquestales, la antojan para vivencias épicas, aunque su temática se incline más hacia un lado espiritual.

Imprescindible, de cualquier forma.

“The other side of time”, “Return to me”, “Wall of silence”, “Something more than this”.

16.Anneke van Giersbergen
Una notable variación con respecto a los estilos musicales anteriores, mas no a la calidad vocal. Rock atmosférico/ Gothic/ Epic metal. La vocalista holandesa de The Gathering destaca por encima de otras agrupaciones similares —Nightwish, Evanescence— por escribir letras más oscuras, directas y vivenciales. “In motion pt. II” es perfecta para las madrugadas de los fines de semana.

“In motion pt. II”, “You learn about it”, “Sleepy buildings”, “Broken glass”.

17.Beth Orton
Una voz para el folk, el country, el pop y la electrónica, capaz de fusionarlos creando un híbrido fácilmente asimilable, pero dotado de autenticidad. Musicalmente cercana a ‘cerebros prodigiosos’ como William Orbit, Johnny Marr y Ryan Adams, las letras de Beth Orton abordan temas relacionados con sus crisis personales, de ahí que resulten terapéuticos.

“Devil song”, “Where do you go”, “Paris Train”, “I wish I never saw the sunshine”.

18.Chan Marshall
La confrontación. Una visión alternativa de la vida, llena de dudas, rencores engendrados por muchos años y sentimientos entrecortados. Letras que se convierten en letanías tristes y pausibles, sollozos, ecos de vida que se extinguen. La música de Chan Marshall y su agrupación Cat Power es el soundtrack en la vida de muchos personajes allegados a mí, quienes pretenden ser honestos ante los otros sin serlo primero ante ellos mismos… You may know him.

“You may know him”, “Free”, “Faces”, “In this hole”.

19.Sinead O’ Connor
De niña con maltrato psicológico a imagen icónica de la música alternativa en los 90’s, esquizofrénica, bipolar, suicida potencial, irlandesa nacionalista, sacerdotisa druídica… Todo lo que una personalidad pública puede llegar a ser. Sus letras van de relatos personales a cantos devocionales, música tradicional irlandesa y versiones de clásicos americanos. Su voz, idílica, es inalterable.

“Jealous”, “Fire on Babylon”, “Haunted”, “The streets of London”.

20.Aimee Mann
Humor negro y letras posesas de brillante narrativa, sucesos de desamor sardónico, crueldad y apatía. Aimee Mann no sólo controla la parte vocal en sus canciones sino que además interpreta varios instrumentos, yendo más allá de categorizaciones en cuanto a géneros musicales. Si bien es muy conocida —o más bien, es únicamente conocida— por su colaboración en el soundtrack de Magnolia, los previos y posteriores álbumes de Aimee Mann merecen ser revalorados.

“Save me”, “Invisible ink”, “That’s just what you are”, “Wise up”.

21.Suzanne Vega
Testigo presencial de la poesía del Greenwich Village, misma que detonó movimientos culturales como el Beatnik y The protest song, y cuya influencia se muestra claramente en su lirismo, Suzanne Vega pertenece a un selecto grupo de cantautoras que también destacan en el ámbito editorial. Sus canciones, lejos de encuadrarse en un falso pop/folk, constituyen microrrelatos completos, fragmentos de vida bien delimitados, con sonido acústico y voz clara, armoniosa.

“In Liverpool”, “The queen and the soldier”, “Caramel”, “Gipsy”.

22.Fiona Apple

Sobreviviente de un pasado tormentoso que incluye trastornos obsesivos compulsivos, una violación a los 12 años y una tendencia patológica antisocial…Y luego la misantropía, una visión sórdida del mundo, el desamor visceral: una musa íntegra para nuestro tiempo, cantándole al sin-sentido del mundo actual con una voz distintiva, complementándola con instrumentos antiguos, un tempo sincopado al estilo jazz y frases desgarradoras. La voz perfecta para los días en que no debimos existir.

“Love riden”, “Sullen girl”, “Better version of me”, “Never is a promise”

23.KD Lang
Imagen andrógina, producto de su abierta sexualidad, voz cinemática, letras que evocan momentos bohemios. Kathryn Dawn Lang ha compuesto letras intimistas que dan cuenta de la condición humana, vista a través de una óptica libre de prejuicios y barreras sexuales.

“Anywhere but here”, “The consequences of falling”, “Constant craving”, “Curiosity”.

24.Shirley Manson
Música para las masas: asimilable, digerible… Pero no mediocre. La vocalista de Garbage ha propuesto algo más que una voz contundente y estribillos pegajosos. Letras revanchistas bajo una expresividad core, ad hoc con las frases ingeniosas de infidelidad, insatisfacción e intolerancia.

“Milk”, “Drive you home”, “The world is not enough”, “Only happy when it rains”

25.Patti Smith
Mencionar a Patti Smith con todo lo que su música representa es, a pesar de su discografía en cuatro décadas, un intento muy parco. Incluso mencionarla como hito de la música contemporánea lo es. Qué mejor que mencionarla como di con ella: mediante un libro, Babel, una antología de sus textos, alusiva a mis temas predilectos para escribir: amor, sexo, drogas, melancolía, una fe perdida y la muerte. Influenciada y constantemente parafraseando a William Blake, Baudelaire, Rimbaud, Lautréamont, Bataille, Genet, Bukowski, Artaud, Burroughs, Lou Reed, Leonard Cohen, Joni Mitchell y David Bowie, entre muchos otros… Un ejemplo de vida.

“Peaceable kingdom”, “Beneath the southern cross”, “Ravens”, “Redondo beach”, y aunque es co-autoría con Bruce Springsteen, merece incluirse “Because the night”.

lunes, noviembre 07, 2005

November spawned a monster.

"Qué difícil es para mí tratar con la gente fácil."
No cabe duda que noviembre es el mejor mes del año. Todos los meses deberían de ser noviembre, como en esa sosa película de Keanu Reeves y Charlize Theron en donde él tapiza la recámara de ella con calendarios fechados en este mes.
Noviembre es de invocaciones y exorcismos, pero también de aniversarios. Incluso este blog está a punto de cumplir un año (y ya he ido pensando en algo conmemorativo qué postear). Noviembre es trascendente porque es el único mes pleno del otoño... Y el otoño es bastante antojadizo para morir.
Y de todas las asociaciones con que podría vincular a noviembre, que van desde la icónica canción de Moz 'November spawned a monster' a la trillada 'November rain', a la estrofa de Sheryl Crow "She was born in november, 1963, the day Aldoux Huxley died" y a "November has tied me to an old dead tree" de Tom Waits, existe un recuedo en específico de noviembre que me complace: soy yo caminando en la colonia Roma de la capital hace un par de años, deteniéndome frente a una galería universitaria y luego incorpórándome a la audiencia que se encontraba reunida para homenajear a una predilecta: Leonora Carrington.
De silueta menuda, voz pausible y un magistral sentido del sarcasmo, Carrington (con unos 86 años por aquel entonces) se limitaba a contestar las preguntas dejando un gesto de ironía y respeto entre los asistentes. De la negación de un 'surrealismo contemporáneo' a la aseveración de que 'me preocupa el planeta y los humanos, y eso es mucho decir', Carrington me dio una razón válida para evocar de buena gana a Noviembre, sobre todo porque antes de marcharse, me la topé de nuevo en el lobby de la galería, mientras yo escribía algunas líneas para una nota. Ella se acercó y tras hojear 'el breviario portátil' que cargaba entonces, adujo:

'Sigue escribiendo'.

"Hay muchos animales que me gustan. El primero no es el ser humano; lo pongo en el lugar más bajo de mis preferencias, somos un animal terrible; los otros animales realmente tienen una moral."
Leonora Carrington.

jueves, noviembre 03, 2005

Patti Smith.


"I haven't fucked much with the past,
but I've fucked plenty with the future.
Over the skin of silk are scars
from the splinters of stations and walls I've caressed..."

La poetisa suprema, voz perfecta no. 25:

Patti Smith.

martes, noviembre 01, 2005

¡Noviembre! La invocación.

El undécimo mes del año se abre paso con un hálito de misticismo y folklor. Resulta sumamente interesante pensar que por años y por siglos tantas tradiciones hayan honrado a la Muerte dotándola de un impresionante simbolismo, convirtiendo a la propia celebración en un momento perfecto para morir, (para quienes morir es trascender).

Las puertas están abiertas: vivencias, relatos que perduran sobre el tiempo. Todo relato conlleva una invocación. Escribimos para invocar anhelos, recuerdos o ideas imposibles en nuestro contexto, o por el contrario, escribimos plasmando el contexto propio. Escribimos sobre espíritus y al hacerlo dejamos testimonio del nuestro.

Presento a continuación un relato muy ad hoc para estas fechas. Partió de una conversación con La mujer sin sonrisa, luego se instaló en mi memoria, y terminó en un sueño. O quizás no: terminó publicado en estas líneas, otorgándole vigencia al personaje principal, a quien imagino vagando en algún lugar fuera de la comprensión del tiempo y del espacio humanos.

Justo hace un año, un primer día de noviembre, el viento soplaba con menor fuerza que la de ahora (pero con superstición semejante), la misma que nos lleva a indagar en lo desconocido y evocar sueños confusos. Yo estaba ahí, sentado en una terraza frente a La mujer sin sonrisa, contemplando los dos volcanes que enmarcan el paisaje.

Y fue entonces, cuando comenzó a relatar...

Un sueño, hace más de veinte años... Con suerte treinta. En alguna tarde de los años setenta, estando sola en casa, un primer día de noviembre, se quedó dormida.

Súbitamente se levantó. Caminó hacia el patio trasero y observó varios potreros y tierras baldías que desde hacía mucho tiempo atrás ya no existían. Pero ahí estaban. Los muros y calles que debían suplantarlos aún no eran trazados.

Y desde algún punto distante, una mujer se acercaba. Vestía de blanco y se aproximaba velozmente. No parecía caminar, sino que más bien 'flotaba' sobre el terreno.

Una desesperanza se apoderó de La mujer sin sonrisa, quien corrió de regreso a la casa y cerró con un candado la puerta que conectaba con el traspatio (misma que hace mucho ya no existe).

Todo en vano, la mujer de blanco atravesó la puerta y se detuvo justo en frente a La mujer sin sonrisa.

Extendió sus manos, como esperando ser correspondida. La mujer sin sonrisa la tocó y en ese instante el miedo se desvaneció. No era miedo lo que sentía, no era un espectro. No se trataba de una aparición al más puro estilo de La Llorona o El Cadejo. Sin embargo, vio fijamente su rostro y supo que era un espíritu. Una mujer de belleza muy extraña, de facciones finas y ojos brillosos, muy esbelta, que de algún modo le infundió tranquilidad, y le hizo saber que tenía mucho tiempo (aún más que el tiempo de los humanos) visitando ese lugar.

-No he venido a asustarte- le dijo, mientras se dirigía hacia un muro junto a la cama y colocaba sus manos sobre él.

-Aquí hay algo debajo, para tí.

Consternada, La mujer sin sonrisa se acercó y preguntó su nombre.

-Debo irme, contestó La mujer de blanco.

Acto seguido, se dirigió hacia la puerta frontal de la casa y una vez más volteó a ver a La mujer sin sonrisa, quien la seguía.

-Pero dime tu nombre, ¿Cómo sabré quién eres?
-¿Para qué quieres saberlo? Preguntó La mujer de blanco.
-Para agradecerte.
-Mi nombre es Nepes Ibrum.

Habiéndolo dicho, La mujer de blanco atravesó la puerta frontal de la casa, sin siquiera abrirla. Esto no impidió que La mujer sin sonrisa la abriera y viera cómo Nepes Ibrum, La mujer de blanco, se desvanecía a mitad de la calle internándose en el asfalto.

Tras presenciar una experiencia tan extraña, lo primero que se le ocurrió a La mujer sin sonrisa fue tomar un lápiz y papel junto a la puerta y escribir el nombre de La mujer de blanco.

Luego se dirigió al muro que estaba junto a la cama y de nuevo se quedó dormida.

O posiblemente, todo había sido un sueño. Extraño en verdad, pero un sueño, a fin de cuentas.

De no haber sido porque en efecto, el papel junto a la puerta tenía escrito el nombre "Nepes Ibrum", como corroboró unos días después.

Por supuesto, La mujer sin sonrisa conservó la nota entre las páginas de un libro. (En muchas cuestiones nos hemos de parecer).

Ahora, soy yo quien guarda dicha nota, aunque el nombre de 'la espíritu' y el suceso aún me intrigan.

Sea cual fuere su misión, se ha convertido en un buen relato para estas fechas.