domingo, noviembre 20, 2005

A momentary lapse of reason.

"I don't mind stealing bread
from the mouths of decadence..."
Temple of the dog, Hunger Strike.

Casi lo había olvidado.
(En efecto, en cualquier descuido lo habría olvidado, con un poco más de tiempo).

Precisamente eso:

Hubo un tiempo...

Cuando el jodidamente maldito -y aún así, necesario- binomio 'amor/sexo' aún no levantaba muros infranqueables sobre mi conciencia, prometiendo derribarlos. Cuando las noches eran psicodélicas y psicotrópicas, cuando escapar a la playa a medianoche era sinónimo de libertad, cuando 'Smooth', con todo y la voz de Rob Thomas y el sonido de Carlos Santana se radiaban continuamente, cuando tenía 19 años y todo adquiría un tono experimental...

Entonces la libertad tenía sentido. Más que eso: cualquier momento adquiría el sentido de la libertad, la vida era menos compleja, el milenio de nuestros ancestros estaba a punto de terminar, y esa 'cosquilla fatalista del fin de siglo'... ¡Nos había vuelto tan creativos!

Nos había hecho reinventarnos, repensar el pasado remoto y el futuro próximo: unificar todo en el presente. Sacar los viejos discos, desde los acetatos de Pink Floyd -The final cut, The wall, A momentary lapse of reason- hasta esos CD's grungescos por los cuales habíamos sacrificado tantos antojos para comprarlos, apenas pocos años atrás. -Temple of the dog, Mad season, Badmotorfinger, Pretty hate machine, Nevermind...-

Eran las tardes enervantes de tareas de escuela, de cerveza abundante, de pastas y pastillas sofisticadas, era Biógrafa Chú zambulléndose en el mundo real, Dañado Postgrunger presumiendo su imperfecta perfección, y alguno que otro amigo incauto de esa época que con el paso de los años, no trascendió para hermanarse.

Esos eran los tiempos, y hubieron de quedarse atrás, por poco.

Si no fuera porque estas últimas semanas, algo está volviendo:
Debe ser esa parte de mí que se daba tiempo para crear y creer, pero sobre todo, para sonreír .

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