He pasado estos dos días merodeando en los alrededores boscosos de la ciudad. Justo en medio de la Niebla, me percato que nunca es suficiente para cubrirnos a nosotros mismos. ¡A veces es tan necesario hacerlo!
Las imágenes campestres me producen una sensación de paz interna, equiparable únicamente con esos contados segundos de éxtasis en que acontece una eyaculación. Lo patético del asunto, es que sólo hay vacas y borregos en las cercanías, (y aún no soy tan despreocupado como para carecer del prejuicio de zoofilia). Aún en estas latitudes, tan alejadas de la 'incivilización', siento lástima por el mundo: ni siquiera acá uno puede librarse de esos siniestros y asexuados santos y vírgenes católicos, tan abundantes en este país. Lo mismo a las orillas de las veredas, que en la cima de los montes, están presentes. Esto, lejos de demostrar que Dios está en todas partes, más bien es una prueba de que la burocracia celestial se ha enajenado los sitios placenteros. Debería darles pena.
Escucho el disco unplugged de The Gathering, me recuesto sobre el pasto y pienso en sexo. Lo necesito. Y mañana, necesitaré sexo y cigarrillos. Y pasado mañana, sexo, cigarrillos y un atole caliente. Dios, nunca estamos satisfechos.
Urdiré en mi subconsciente para ver qué sueños lascivos puedo crear antes del Fin del Mundo.
Las imágenes campestres me producen una sensación de paz interna, equiparable únicamente con esos contados segundos de éxtasis en que acontece una eyaculación. Lo patético del asunto, es que sólo hay vacas y borregos en las cercanías, (y aún no soy tan despreocupado como para carecer del prejuicio de zoofilia). Aún en estas latitudes, tan alejadas de la 'incivilización', siento lástima por el mundo: ni siquiera acá uno puede librarse de esos siniestros y asexuados santos y vírgenes católicos, tan abundantes en este país. Lo mismo a las orillas de las veredas, que en la cima de los montes, están presentes. Esto, lejos de demostrar que Dios está en todas partes, más bien es una prueba de que la burocracia celestial se ha enajenado los sitios placenteros. Debería darles pena.
Escucho el disco unplugged de The Gathering, me recuesto sobre el pasto y pienso en sexo. Lo necesito. Y mañana, necesitaré sexo y cigarrillos. Y pasado mañana, sexo, cigarrillos y un atole caliente. Dios, nunca estamos satisfechos.
Urdiré en mi subconsciente para ver qué sueños lascivos puedo crear antes del Fin del Mundo.
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