miércoles, julio 06, 2005

Portishead: Música para tardes grises.


“Porque todo lo que he dejado son mis recuerdos del ayer,
oh, en estos tiempos ácidos…”

Portishead, Sour Times.

I. La música que se escucha minutos antes del amanecer

En primer término, debo agradecer a Beth Gibbons el haber dado sentido con su voz a mis habituales noches de insomnio a mediados de los 90’s. Y es que por mucho, Dummy —primer álbum de Portishead— debería de contarse entre esos objetos generacionales de culto que se encuentran en proceso de canonización, propuesto por la enorme cantidad de freaks bipolares, treintañeros deprimidos y púberes revisionistas en busca de una melancolía justificada.

De Dummy tengo entrañables recuerdos: llegó a mis manos una tarde brumosa de 1996, dos años después de su lanzamiento, y a partir de entonces recorrió cientos de kilómetros en mi discman, durante los meses siguientes. El sonido letárgico —mezcla de una serie de samples, beats lánguidos y suaves scratches— que con el tiempo recibirían el mote de Trip Hop haciendo del grupo un hito, junto con Tricky, Massive Attack y Broadcast, entre otros, me sirvió de banda sonora para salir a caminar durante las tardes grises; no sé hasta qué punto la música haya influenciado a la atmósfera o viceversa, pero ahora que traigo a la mente esa etapa —“los tiempos ácidos”—, no concibo haber salido de casa sin el susodicho disco. La fórmula creada por la guitarra de Adrian Hutley, las programaciones de Dave McDonald, la sincronización de mezclas de Geoff Barrow y la voz y letras de Beth Gibbons dieron como resultado un paliativo perfecto para los hambrientos de angustia y soledad. Escuchar Dummy era sumergirse en un sueño de la experimentación minimalista, salpicado con toques de jazz, blues y sonido de cabaret de los años 30´s. Todo cabía en una sola obra, donde cada track, de Mysterons a Wandering, de It´s a fire a Glory Box, revelaba una percepción intimista y llena de pesar que logró nutrir a más de uno.

II. Los lamentos tras sobrevivir el día

“Los sueños y la confianza se han marchado,
el tiempo y la vida misma siguen adelante…”
Half day closing
, Portishead.

Tres años separan a Dummy de Portishead, el segundo álbum de los de Bristol que apareció en 1997. Para ese entonces mis estados de ánimo se habían acentuado: ya no escuchaba al grupo por simpatía sino más bien como terapia. El álbum comienza de modo magistral, con ágiles beats que se diluyen hasta simular latidos y luego la voz de Beth cantando “Did you sweep us far from your feet…” Era tan sólo el preludio de lo que se escuchaba durante un poco más de 50 minutos distribuidos en once tracks, en donde el “universo Portishead” (término con el que bauticé a la sensación de escuchar la música del grupo) mostraba una producción más elaborada, más oscura y personal. Beth entonaba mórbidos temas en torno a la soledad, a la impotencia del ser…Al amor perdido, quizás inexistente.

Luego de escuchar este segundo disco no me quedaba duda que las dramáticas interpretaciones de Portishead se erguían como una pálida semblanza de mis días, que no eran distintos a los vividos por miles de conciencias más.

III. La noche y una voz en medio del vacío

Imponente, alucinante, espléndida, soberbia… Así se muestra Beth Gibbons en en el álbum NYC Roseland (tercero en la discografía general y primero en vivo). Para quienes creímos haber escuchado todo con respecto a esta agrupación, grande fue la sorpresa de recibir el disco en 1998. La voz de Beth complementada tanto con la ejecución electrónica del resto de los integrantes como con la Orquesta Filarmónica de Nueva York es una imagen que se antoja épica… Orgásmica.

La conjunción perfecta de sonidos sintéticos, cuidadosas lecturas de partitura y acertadas vocalizaciones de la cantante llevan al escucha hacia una catarsis colectiva y por ende, introspectiva. Una sensación de estremecer emociones y sentidos, todo en una escena donde la noche cae sobre Roseland, NY, como aparentemente sucede con el virtuosismo que son capaces de crear en conjunto los miembros de Portishead —quienes, cabe decir, han creado proyectos alternos en solitario—, pues a seis años de ese tercer álbum y con una permanente expectativa de fervientes seguidores que nos dejamos impresionar, no parecen brindar una clara muestra de su regreso.

Para quienes pasamos la post-adolescencia y pre-juventud (sea cualquiera el significado de estos términos) desde mediados de los noventa, las tardes grises prevalecen, como también los lamentos tras sobrevivir el día y las noches en medio del vacío, pero, ¿en dónde quedó Portishead para ayudarnos a sobrellevar esos momentos?
En los tiempos donde las propuestas de la música electrónica han invadido al mainstream, hace falta Portishead aportando un toque de coherencia al espectro musical.

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