[De los secretos del gato y regalos no entregados]
Un post áspero.
Pasé la tarde de ayer diseñando una caja de regalo: todo un elogio al kitsch y lo naïve: muestra una silueta de Ute Lemper dando un alarido. La cabeza es desmontable y dentro se encuentra el regalo, que por supuesto, pierde importancia en comparación con la envoltura. La tarjeta de felicitación forma parte del concepto.
Mi gato estuvo presente durante el proceso completo de elaboración: rasguñó los cartones y husmeó en los huecos, derramó pintura azul, y al final se acurrucó a mis piés, observándome con una mirada lastimera.
Pues bien, hoy me entero que el regalo no podrá entregarse a quien va dirigido: se ha marchado, sin más.
¿Con qué me quedo? Pues con unas cuantas frases escritas en la tarjeta, como "Me entusiasma un poco el darme cuenta de que aún puedo disfrutar el tiempo con alguien más, y esto es una prueba de ello", "Todo futuro es posible" y "Under here, you just take my breath away" (ésta última, es de Nick Cave).
Y bien, ¿qué sigue? ¡Mierda!
Ah ya sé: no cancelo la cena, asisto solo, me cargo el regalo,lo coloco en la silla de en frente y degusto vino mientras aprecio el rostro ario de Ute Lemper. Eso sí, voy a echar de menos a alguien:
A mi gato, echado a mis pies, observándome con mirada lastimera.
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